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En las listas de los mejores edificios, ya desde hace varios años, es frecuente observar museos y centros culturales que muy pronto se han convertido en iconos.
Como guardianes del tesoro cultural de la humanidad, los museos atraen un número importante de visitantes, tanto nacionales como extranjeros, por lo que las autoridades responsables saben de la importancia de contar con instalaciones de primera, atractivas, que aumenten los flujos de personas.
De la mano de reconocidos arquitectos, todos los museos del mundo apuestan por repetir la experiencia “Guggenheim”.
1. El 14 de mayo de 2016 se inauguró la ampliación del Museo de Arte Moderno de San Francisco, la capital de un nuevo Silicon Valley que aspira a convertirse, con el centro contemporáneo más grande del país, en el espacio de referencia de la Costa Oeste de Estados Unidos (ahora no está ni entre los cien más visitados del mundo).
Es este un ejemplo interesante de cómo un arquitecto actualiza la obra de otro. Y el reto no era fácil, porque el diseño posmoderno del edificio original, firmado por Mario Botta en 1995, era un punto de partida complicado.
El proyecto de los noruegos Snøhetta duplicó el espacio expositivo para acoger cerca de 3,000 nuevas adquisiciones, 260 de las 600 obras de arte que prestan durante cien años la colección Fisher y el nuevo Centro Pritzker de fotografía.
La fachada oriental de la ampliación tiene más de 700 paneles ondulados en los que se han incrustado cristales de silicato de la bahía de Monterey que captan la luz y cambian el aspecto del edificio a lo largo del día, y con la premisa de “dialogar” con el área urbana próxima al museo, se han creado espacios públicos amplios y caminos peatonales con escaleras y plataformas que imitan las pendientes características de San Francisco.
Para Snøhetta, el proyecto reinventó el espíritu del Museo de Arte Moderno de San Francisco al convertirlo en una puerta de entrada a la ciudad de San Francisco.
“Ya no es un santuario que mira hacia el interior hasta el objeto de arte, hoy en día un museo debe interactuar con sus condiciones y comunidades locales de manera proactiva. El nuevo SFMOMA se da cuenta de los objetivos del museo de ser un centro acogedor para la educación artística y un importante espacio público para el área de la Bahía”.
Al expandir casi por tres la cantidad de espacio de exhibición y expandir las áreas de la galería y los espacios públicos al aire libre, la expansión permite que el museo sea más accesible que nunca. La expansión también animará el paisaje urbano circundante al abrir nuevas rutas de circulación pública en todo el vecindario South of Market y al museo.
2. El Centro de Artes Escénicas de Taipéi (TPAC), en Taiwán, es otro ejemplo icónico de cómo la arquitectura puede transformar radicalmente el barrio de una ciudad.
Obra del estudio holandés OMA, es un edificio que no tiene entre sus bazas precisamente la sutileza –los arquitectos explican que se inspiraron en un puesto de comida callejero “por su capacidad de producir abundancia en un espacio fuertemente compartimentado”– y que levantó un gran debate entre los arquitectos cuando ganó el concurso en el 2009 debido a su estrambótica forma, con una fachada en la que una esfera plateada gigante sobresale de un cubo de cristal, pero que es un prodigio de aprovechamiento del espacio.
El TPAC rompe con la concepción habitual de los teatros que, según un raro consenso, suelen componerse de un auditorio de unas 2,000 butacas, un teatro de 1,500 asientos y áreas de servicio escondidas a la vista del espectador.
Este, por el contrario, muestra al público las tripas que hacen posibles los espectáculos y consta de tres teatros que pueden unirse y con los que se pretende que las representaciones puedan ser reimaginadas a escala monumental y que de ello surjan nuevos y todavía insospechados formatos artísticos.
3. En esta lista no podría faltar uno de los edificios más complejos y espectaculares de los últimos años, sobre todo a nivel estructural, diseñado por Jean Nouvel.
El Louvre de Abu Dabu cuenta con 64,000 metros cuadrados repartidos entre 55 edificios, pabellones, plazas, pasillos y canales que evocan una medina flotante situada en Saadiyat, una isla de 27 kilómetros cuadrados llamada a convertirse en un distrito cultural con edificios del mejor ramillete de arquitectos que los petrodólares pueden comprar.
Sólo para poder utilizar el nombre del museo original (que, por cierto, se reformará contando con estos ingresos) el emirato pagó 400 millones de euros, además de inversiones aseguradas por más de 686 millones por cesión de obras y asesoramiento.
Tan sólo la cúpula del museo, un complejo entramado que crea al interior una “lluvia de luz”, peso 7,500 toneladas, y es sostenida sólo por 4 muros-columna, de tal forma que parece flotar por encima de los edificios donde se resguardarán valiosas obras de arte.
4. En Europa, una de las inauguraciones más esperadas fue la de la renovada Tate Modern de Londres.
El 17 de junio de 2016 se abrió al público un nuevo edificio para uno de los más populares del mundo.
Con esta obra de Herzog & De Meuron, la Tate incrementó en un 70% su superficie.
Los arquitectos suizos crearon una pirámide torsionada que deja entrever las luces de su interior en la noche londinense, lo que sin duda lo convertirá en un edificio muy fotografiado.
Además, desde la décima planta se tendrá una nueva vista panorámica, así que la Tate no sólo es un edificio con firma de autor, sino un nuevo ojo sobre Londres.
Las obras se iniciaron con un 75% del presupuesto recaudado porque la institución quiso asegurarse el tiro para no alargar el plazo de edificación ni quedarse con las obras a medias por falta de dinero.
Además de duplicar el espacio de la galería, el edificio creó una colección diversa de espacios públicos dedicados a la relajación y la reflexión. Estos espacios se extienden sobre el edificio y están unidos por un sistema de circulación pública que se eleva a través del edificio.
La apertura coincidió con los Juegos Olímpicos de Londres.
5. Y en Grecia, pese a la terrible crisis que azotó todos los aspectos de la vida en el país, Renzo Piano, autor del Shard de Londres, puso a punto un elegante edificio en Atenas para espacios expositivos, un parque con un canal de agua salada, la biblioteca y la ópera nacional, una versión contemporánea del ágora, el punto de encuentro de la Grecia clásica.
El Centro Cultural de la Fundación Stavros Niarchos fue financiado por la entidad creada por el célebre naviero, y cuando y donado al gobierno griego.
El centro cultural se ubica en Kallithea, a 4 kilómetros al sur del centro de Atenas.
Cuanta con un parque ajardinado de 170,000 metros cuadrados que anteriormente fue un estacionamiento de los Juegos Olímpicos de 2004.
El ala de ópera se compone de dos auditorios, uno de 1,400 asientos dedicado a las óperas y ballets tradicionales; el otro, 450 asientos, para actuaciones más experimentales.
La biblioteca alberga 1,000,000 de volúmenes.
Pensando en la energía necesaria para el centro, el techo cubierto con 10,000 metros cuadrados de células fotovoltaicas, suficiente para generar 1,5 megavatios de potencia para la biblioteca y el teatro de la ópera, lo que permite que el edificio sea autosuficiente en términos de energía durante las horas normales de apertura.
A pesar de los apuros económicos griegos, hay mucho optimismo respecto del destino del Centro Cultural de la Fundación Stavros Niarchos. Como dijo el saxofonista Wayne Escoffery, uno de los artistas invitados a la inauguración del parque: “Lo mejor del arte siempre se ha realizado en periodos difíciles”.
6. Inaugurado el 5 de abril de 2019 en Nueva York, The Shed es un edificio peculiar porque es capaz de moverse.
Está diseñado para transformarse físicamente para apoyar las ideas más ambiciosas de los artistas.
El edificio de ocho niveles incluye dos para espacio de la galería, un teatro versátil, un espacio de ensayo, un laboratorio creativo y un espacio para eventos con tragaluz; una cáscara externa telescópica puede desplegarse desde su posición sobre el edificio base y deslizarse a lo largo de los rieles en una plaza contigua para duplicar la huella del edificio para actuaciones, instalaciones y eventos a gran escala.
Cuando el armazón de The Shed se mueve, crea una sala de 1597 metros cuadrados con luz, sonido y temperatura controlada que puede servir para una variedad infinita de usos.
El salón tiene capacidad para una audiencia de 1,200 personas sentadas o 2,700 de pie.
The Shed se inspira arquitectónicamente en Fun Palace, la influyente pero no realizada máquina de construcción concebida por el arquitecto británico Cedric Price y el director de teatro Joan Littlewood en los años sesenta.
7. David Chipperfield ha hecho del diseño de museos su especialidad.
Este año se inaugurará el West Bund Museum, una importante galería de arte en la Corniche de Shanghái.
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El museo ocupa un terreno triangular en el extremo norte de un nuevo parque público, en el punto donde convergen la avenida Longteng y el río.
El edificio consta de tres volúmenes principales colocados en forma de rueda de alfiler alrededor de un vestíbulo central con un atrio de triple altura.
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Esta configuración permite que diferentes componentes del museo funcionen de forma independiente.
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Los tres volúmenes principales son de 18 metros de altura. Cada uno consta de dos pisos con una galería superior con iluminación superior. Los espacios inferiores varían en función, albergando un espacio de galería independiente, una sala de usos múltiples y la tienda del museo.