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Ni chocarreros, ni caricaturescos. Los espacios para el esparcimiento también pueden exponer buena arquitectura

La arquitectura es el arte del espacio, en cuya dimensión la creatividad no tiene límites, mucho menos cuando se trata de diseñar lugares para la diversión. Los espacios destinados a la recreación son los que mayores libertades formales permiten pues prácticamente “no tienen que cumplir” con reglas estilísticas ni con dogmas conceptuales, tanto en el interior como en el exterior todo se vale.
Ni chocarreros, ni caricaturescos. Los espacios para el esparcimiento también pueden exponer buena arquitectura Sin caer ni en lo ridículo ni en lo escenográfico, muchos diseñadores al abordar estos recintos se permiten “caprichos” que si bien tienden a lo lúdico, exponen también originales soluciones que demuestran que la diversión y el esparcimiento no tienen porque disociarse de la buena arquitectura.



Un llamativo, pero no menos interesante ejemplo es el denominado Art.Rainbow, un colorido salón de fiestas diseñado por el despacho italiano Gualeni Design. Durante el día, este brillante domo multicolor, construido a base de paneles solares prefabricados, proporciona sombra a los paseantes, mientras que por la noche, se ilumina con la energía acumulada a lo largo del día con un divertido espectáculo de luces para los juerguistas.





Los paneles están hechos a base de un material transparente, son flexibles y desmontables, y se iluminan con luces LED de diversos colores que matizan el ambiente según los requerimientos ambientales o el mood de cada evento. Según Gualeni, el creador de este proyecto, el concepto de este espacio parte de la idea de “Aprovechar la energía renovable para utilizarla y disfrutarla de forma inteligente”.



La denominada Playhouse, una casa situada cerca de Yakarta creada por el estudio de arquitectura indonesio Aboday es otro ejemplo, un tanto más conservado, ya que surge de los más ortodoxos parámetros del diseño contemporáneo, pero que no deja de ser infrecuente.







El detalle lúdico que hace de esta casa un espacio singular, es un tobogán de concreto que aparece de repente en la cocina, diseñado para el usuario más joven de la vivienda. La idea de los diseñadores del proyecto es que los más pequeños también puedan disfrutar del buen quehacer arquitectónico.










Arquitectos: Arquitectos Aboday
Ubicación: Damai Serpong Bumi, Tangerang, Indonesia
Equipo del Proyecto: Indra Ary, David Johansen Rafael Yap, Annasir Wahid, Ilyas Armeyn
Consultor Estructura: Prijasembada
Consultor de M & E: Darwan
Paisaje: Flora Hagani
Contratista: Sabar
Año del proyecto: 2010
Fotografías: Lim feliz

La casa Playhouse construida casi en su totalidad en concreto armado, se distribuye en dos plantas. La planta baja está integrada por los espacios públicos: salón-comedor-cocina unidos de forma integrada. La planta alta o zona privada está conformada por tres dormitorios. La escalera que conecta ambos espacios, también de concreto armado, funciona también como dstribuidor entre la biblioteca y la sala de estar.




Las casitas del árbol, por definición son espacios recreativos infantiles, sin embargo, esta tipología ha servido de fuente de inspiración para interesantes proyectos comunales, que tienen como objetivo integrar a la comunidad mediante diferentes actividades recreativas y culturales, tal es el caso de la Openhouse, una estructura arquitectónica, social y participativa en la que vecinos y profesionales han colaborado en los procesos de proyecto, planificación y construcción, dando como resultado esta Aldea verical en la que se combinan usos individuales y colectivos, como un bar, una cocina, una casa de té, tiendas, talleres, una ludoteca, una galería de arte y una granja.





A cada uso le corresponde una de las “casitas” de madera construidas por los vecinos, que en una primera etapa sirvieron para acoger los talleres de planificación y posteriormente se incorporaron a la estructura de acero que contiene las parcelas, las calles y las plazas de la aldea vertical.



Como antítesis de lo meramente funcional, la arquitectura de Arakawa y Gins destierra la arquitectura tradicional dando lugar a espacios lúdicos que buscan la extensión de los límites de la plasticidad sensorial mediante escenarios interiores y exteriores que estimulan el movimiento físico y la actividad mental de los usuarios: habitaciones asimétricas de colores brillantes que se curvan, reducen sus dimensiones y cambian de dirección, montículos, hondonadas y diversos recursos que invitan a escalar, descender, inclinarse, agacharse, etc.



Entre sus principales trabajos destacan: el Parque Yoro, en Gifu, Japón, realizado entre 1993 y 1995, fue resuelto como un enorme tazón elíptico que se inclina en el sentido contrario de la topografía; la Ciudad Sensorial (1991-1997), un prototipo urbano diseñado para la bahía de Tokio, cuya topografía y calles remite a las redes neuronales y la Casa Biocohesión (2000-2004), resuelta a partir de un nodo central en el que se encuentra una cocina comunal hundida, espacio desde donde se desprenden cuatro recámaras rectilíneas, que se mueven en contra de las manecillas del reloj.




Todos estos proyectos demuestran que cuando los creadores tienen la capacidad suficiente para integrar las actividades recreativas con soluciones inteligentes, la buena arquitectura no tiene que ser sosa ni solemne, tampoco que la arquitectura asociada con el esparcimiento sea sinónimo de soluciones chocarreras o caricaturescas.

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