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Robots en construcción: contratistas dudan, arquitectos ya los probaron

En Rotterdam, arquitectos de Studio RAP construyeron la primera oficina en Holanda fabricada íntegramente por robots. Un brazo robótico y software de modelado 3D transformaron 225 paneles de madera en una estructura abovedada de 130 m², combinando velocidad, exactitud y diseño digital. (Mar, 12 Ago 2025)
 Robots en construcción: contratistas dudan, arquitectos ya los probaron En los últimos años, la industria de la construcción ha empezado a ver la robótica no como una amenaza, sino como una oportunidad para mejorar la productividad y la seguridad en obra. Un estudio de BuiltWorlds, citado por Construction Dive, revela que los contratistas están cambiando su perspectiva: cada vez más empresas adoptan tecnologías robóticas para optimizar tareas repetitivas, reducir errores y compensar la escasez de mano de obra.

Este cambio de mentalidad también responde a la presión por entregar proyectos más rápidos, sostenibles y rentables. La integración de robots y sistemas de fabricación digital está dejando de ser experimental para convertirse en una estrategia competitiva, impulsando a las constructoras a explorar nuevas formas de trabajo.


¿Cuánto tardarían los robots en construir una habitación? En el InnovationDock de Rotterdam (Holanda), Studio RAP levantó un habitáculo de 130 metros cuadrados sin que una sola mano colocara ladrillos. Su creación, llamada SkilledIn Office (‘Oficina Especializada’), fue el primer edificio en el país fabricado por completo con tecnología robótica.

En lugar de albañiles tradicionales, un brazo robótico laminó y cortó paneles de madera con gran precisión, siguiendo instrucciones de un software para Rhino que contenía todas las especificaciones del diseño. Así dio forma a 225 piezas dentadas que compondrían la bóveda de la estructura.



El proceso de corte, mucho más veloz y meticuloso que el trabajo humano, dio paso al ensamblaje manual: un gigantesco rompecabezas 3D que fue asegurado con tornillos. Del techo abovedado desciende una columna central que recuerda a una estalactita, uniendo sus ocho metros de altura con el suelo. Las paredes, con esqueleto metálico, se cerraron con vidrio para dejar pasar la luz.

“Este proyecto demuestra que la fabricación robótica puede escalarse fácilmente a cualquier tamaño”, declaraban en ese momento sus autores. Bastaba con modificar las medidas en el software para recalcular el resto, sin nuevos planos. Aunque admitían que el montaje manual seguía siendo más lento que la fabricación, su objetivo era acortar esa brecha en futuros proyectos.

Con esta metodología, el arquitecto asumía el rol de constructor y controlaba la calidad e integridad del diseño hasta el último detalle. El nuevo espacio se destinó a estudiantes del Albeda College, la Universidad de Rotterdam, y emprendedores locales.

En ese periodo, la tendencia estaba en crecimiento: en Stuttgart, investigadores universitarios construyeron un pabellón de madera y lana con robots; y en el MIT desarrollaron una máquina capaz de levantar esculturas con rocas y cuerdas. El futuro de la arquitectura parecía estar en manos… metálicas.

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