El arquitecto Antón García-Abril repasa las conclusiones del Congreso Internacional de Arquitectura y Sociedad celebrado en Pamplona

Con un brillante discurso del Príncipe de Asturias se inauguró el primer Congreso Internacional de Arquitectura y Sociedad. Y el mensaje que el Príncipe Felipe nos transmitió fue de una oportunidad y claridad extraordinaria: urge el talento e ingenio, muy concentrado estos días en Pamplona, para practicar y reflexionar sobre el verdadero cometido de la arquitectura, sobre la necesidad de encontrar los procesos, las ideas para reconstruir la sociedad, y proyectarla sobre los más necesitados. Ahora estamos en un momento óptimo. El "Más por Menos" que el debate anuncia ha confrontado muchas perspectivas en las que la arquitectura actual se encuentra. ¿Es la arquitectura un arte de construir, o es una disciplina que resuelve los problemas y necesidades de la sociedad? Renzo Piano la identificaba como el "animo de la ciudad", y Jaques Herzog busca la belleza en sus múltiples caras para inspirar, seducir. José María Fidalgo -patrono de la Fundación Arquitectura y Sociedad que liderada por Francisco Mangado y Luis Fernández-Galiano han invitado a la reflexión con este congreso- planteó una difícil pregunta: ¿Os habéis planteado como será el mundo en 50 años? Y en este rango de tiempo de pensar sobre las ciudades, Alejandro Aravena, joven arquitecto chileno responsable de la reconstrucción de Concepción tras el Terremoto, expuso su plan estratégico avanzando las acciones necesarias bajo un tiempo distinto. "Tengo un día para llevar el agua a la gente, diez días para poder ofrecerles un cobijo de emergencia, y necesito al menos 100 días para pensar como reconstruir la ciudad". Junto con Giancarlo Mazzanti, colombiano, y Rahul Mehrotra, indio, nos ofrecieron la mejor aplicación de la arquitectura al servicio de la construcción de la sociedad desde la arquitectura y los reactivos que produce. Medellín bajo una emergencia violenta y Bombay, con una grave crisis demográfica, son los entornos donde estos arquitectos desarrollan su trabajo, a modo de educación cívica y redistribuyendo los recursos esenciales de vivienda, educación o sanidad. Lacaton y Sauerbruch, oficinas de prestigio de París y Berlín, hablaron de la eficacia, de la optimización de los programas, y su lenguaje derivado del interés por esta óptica. Igualmente López Cotelo, nos mostró el trabajo íntimo, delicado y preciso que viene desarrollando a lo largo de su carrera.

La cara más intelectual y académica fue expuesta por Mohsen Mostafavi y Mark Wigley, decanos de los centros de investigación arquitectónica más importantes del mundo, las universidades de Harvard y Columbia respectivamente. El análisis vitruviano de la solidez, necesidad y belleza, fue explicado con claridad y estímulo para los más de 400 estudiantes y arquitectos que han abarrotado el congreso y compartido con los ponentes su tiempo e inquietudes. La belleza ética, racional, perceptiva, productiva o especulativa, caras parciales de una única verdad, fueron analizadas por Mostafavi, y la fruición intelectual, el placer (y daño) estético, junto con los mecanismos invisibles de la arquitectura fueron objeto de reflexión de Wigley. David Chiperfield compartió con los asistentes su trabajo, sus inquietudes, y Francis Keré, nacido en Burkina Faso y afincado en Berlín enseñó las condiciones de la arquitectura en la realidad africana, sus recursos y sus oportunidades, lanzando un mensaje extraordinario para los mas jóvenes a los que inspirará. Glenn Murcutt dará su ultima conferencia en Pamplona. Por ello se le reserva la última palabra, la última imagen, la última idea: "tocar la tierra con delicadeza", y a encontrar el tempo del hombre, hermoso mensaje que también glosó de modo sublime Carlos Jiménez, costarricense de Houston, cuya poética sincera y apasionada sobre la arquitectura la definió como el "libro que los arquitectos preparamos, para que la vida lo escriba". Es el servicio más noble, repetía Carlos Jiménez, y este encuentro convocado entre arquitectura y sociedad ahora, más que nunca, necesario.

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