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Diseñar sin prejuicios. Casa 2Verandas, un renovado lenguaje moderno

Hace ya tiempo que los cuestionamientos sobre pertinencia del ornamento en la arquitectura han quedado obsoletos. En la actualidad, ya sea por negación o por asimilación, la pertinencia de la arquitectura sin adornos ha dejado de ser motivo de disertaciones.
Diseñar sin prejuicios. Casa 2Verandas, un renovado lenguaje moderno En esta primera década del siglo XXI, después de analizadas las ventajas y desventajas de los planteamientos racionalistas y los experimentos de los reciclajes postmodernos, el abanico de posibilidades para la arquitectura es mucho más extenso.



La diversidad se ha convertido en la piedra angular de la arquitectura contemporánea: la historia, el tiempo presente, el orden, el caos, la naturaleza, la tecnología, la neutralidad, el ornamento, y cualquier otro tipo de concepto pueden determinarse como premisa arquitectónica.



En la actualidad es posible tomar cualquier tipo de ruta para abordar un proyecto, lo que ha liberado a los arquitectos de cualquier tipo de prejuicio en torno a la relación de los conceptos de forma y función.

Este hecho a la vez que ha permitido el desarrollo de innovadoras soluciones que revaloran el uso del ornamento, también ha permitido la realización de proyectos que indagan en lo que hoy, sin cortapisas, podemos llamar la estética de la modernidad.



Ubicar las soluciones modernas más allá de su valor utilitario ha permitido que algunos arquitectos exploren el trasfondo poético de la arquitectura que alguna vez negó toda concesión a la estética para develar con innovadoras soluciones su extraordinaria belleza.

Un interesante ejemplo de ello es la casa “2Verandas” diseñada por el despacho Gus Wüstemann.



Esta casa ubicada en el poblado de Erlenbach, a las afueras de Zurich, Suiza, fue diseñada con todas las características que puede tener la arquitectura moderna más radical de comienzos del siglo XX: el pabellón de trazos rectos como elemento principal, los ventanales de piso a techo para integrar el exterior con el interior, los elementos estructurales a la vista y el uso de materiales precarios y aparentes.



Los recursos formales del diseño son exiguos, la disposición de cada uno de los elementos al interior es simple, predominan las líneas rectas y pulcras que se desplazan de manera prudente para poco a poco envolver a sus habitantes con acogedores ambientes.



La casa se levanta sobre un terreno en una colina próxima a un lago.

Para aprovechar las hermosas vistas del exterior, los diferentes espacios se distribuyeron en dos pabellones ubicados en dos niveles de manera escalonada para que sus habitantes pudieran disfrutar de la naturaleza desde casi cualquier punto de la casa.

En el primer pabellón, ubicado en la parte superior del terreno se encuentra la casa principal, mientras que en el segundo pabellón, ubicado en la parte baja del terreno se encuentran la alberca y áreas de esparcimiento, ambos espacios se conectan a través de corredor de piedra.



La casa principal es un volumen de dos niveles construido con piedra y concreto de acabado aparente.

En la parte superior está la sala de estar para invitados y el comedor ambos con vista sobre el lago de Zurich.

En la planta baja está el salón familiar con un patio exterior, ambos se pueden unir como una habitación con la sala de estar.

Es interesante que los arquitectos apostaron por la “desaparición” de las ventanas, pues el vidrio marca la diferencia entre el afuera y el adentro, para unir el interior y el exterior, quedando solo la masa de concreto. Así, el interior se convierte en un “espacio exterior cubierto”.

Sin ventanas, el interior y el patio exterior se hacen uno. Ese patio conecta todas las habitaciones y puede funcionar también como una sala privada para ver televisión.



La ausencia de ventanas en algunos de espacios y la ubicación estratégica de éstas en ciertas habitaciones fue la principal herramienta para unir interiores y exteriores.

El interior y el exterior se integran, al desaparecer las ventanas y correr algunos elementos de concreto, solución similar a la de las casas mediterráneas.



Los materiales utilizados en la casa son concreto aparente, piedra de mármol, y madera de acabado rústico. El concreto fue utilizado para construir la estructura general de los pabellones (muros, trabes y columnas).



En algunos locales de la casa hay domos que iluminan de manera directa para enfatizar las cualidades formales de los espacios y sus materiales. Así también, en algunas habitaciones hay tragaluces que iluminan de manera indirecta, sólo para la creación de atmósferas.

La madera, además de aportar calidez a los espacios, sirve para enfatizar las líneas rectas que dan forma a los pabellones, además de que fue utilizada para construir algunos muebles fijos en el conjunto funcionan también como remates visuales.



En el nivel más bajo del terreno hay un gimnasio, una sala de cine y una bodega de vinos.



El segundo pabellón contrasta por el uso de madera para cubrir pisos, muros y plafones. Además, es una estructura abierta, con algunas zonas cubiertas para generar sombras.



La solución de esta casa sin duda es una muestra de que la libertad de la que goza la arquitectura hoy en día permite experimentar con lenguajes que hace algunas épocas parecían caducos, dando como resultado soluciones innovadoras y de gran calidez.






















Gus Wustemann Architects

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