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La guerra entre los arquitectos que inventaron el Barroco

La ciudad de Roma no solo preserva tesoros romanos, sino un sinfín de templos fuentes y construcciones barrocas: también las creaciones de dos genios.
La guerra entre los arquitectos que inventaron el Barroco En el siglo XVII, dos hombres transformaron Roma. Gianlorenzo Bernini y Francesco Borromini dejaron un legado arquitectónico duradero, que aún se puede ver en casi todos lados en la Ciudad Eterna.

Según las historias, Bernini fue un escultor y arquitecto popular y prolífico que ganó innumerables comisiones de los patrones más ricos y poderosos de Roma.

Él es mejor conocido por esculturas magistrales como Apolo y Daphne y el Éxtasis de Santa Teresa, el baldaquín en la Basílica de San Pedro, su rediseño de la Plaza de San Pedro y la Fuente de los Cuatro Ríos en Piazza Navona.


(Fachada de la iglesia de San Carlo alle Quattro Fontane por Borromini)

Su rival, Borromini, era un arquitecto excéntrico pero innovador, que trabajó en iglesias importantes como San Carlo alle Quattro Fontane, Sant'Ivo alla Sapienza y Sant'Agnese in Agone.

Sin embargo, a pesar de su talento obvio, su estilo idiosincrásico y personalidad difícil obstaculizaron su éxito, y durante la mayor parte de su carrera fue eclipsado por Bernini.

No solo era un maestro del estilo barroco, sino también un innovador que no temía crear diseños completamente nuevos.


(Baldaquino de San Pedro por Bernini)

La competencia entre los dos hombres se convirtió en materia de leyenda popular. Piazza Navona fue el símbolo de su rivalidad, ya que fue aquí que una creación de Bernini (la Fuente de los Cuatro Ríos) se opuso a una obra de Borromini (la iglesia de Sant'Agnese in Agone).


(Figura del Río de la Plata frente a Sant' Agnese in Agone por Bernini)

En la base de la fuente de Bernini hay cuatro estatuas alegóricas que representan los principales ríos del mundo. Según la leyenda, la figura que simboliza el Río de la Plata está levantando sus manos por encima de su cabeza para protegerse de la horrible visión de la iglesia de Borromini, mientras que el Nilo se protege escondiéndose bajo un velo.


Es una buena historia, aunque desafortunadamente no puede ser cierto, dado que las estatuas se completaron unos años antes de que se construyera la iglesia.

Los artistas también pelearon por el Palacio de la Propagación de la Fe.

Bernini había ganado originalmente la comisión para agrandar el edificio, pero después de la muerte del Papa Urbano VIII, la tarea se le asignó a Borromini.

Como Bernini vivía justo al lado del palacio, Borromini no pudo resistir la tentación de burlarse de su rival, y tenía un par de orejas de burro talladas en el costado del edificio. Bernini respondió con igual ingenio y madurez esculpiendo un falo en el costado de su casa, apuntando hacia Borromini y su equipo.

Aunque estas esculturas ya no son visibles, obviamente fueron consideradas indecentes y eliminadas, esta historia parece que sí fue real.

Su rivalidad barroca terminó con la muerte de Borromini en 1667.
Trágicamente, el artista se suicidó cayendo sobre su propia espada.
Bernini lo sobrevivió por otra década, y continuó trabajando hasta dos semanas antes de su muerte, a la edad de 81 años.

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