Ecología y Tecnología, dos conceptos en estrecha relación que podrían definir la arquitectura del futuro
A lo largo de la primera década del siglo XXI, la arquitectura se desarrolló a partir de los más variados conceptos, formas, materiales y tecnologías.
De esta forma, las obras surgidas en este periodo, exponen infinidad de soluciones, que van más allá de la búsqueda de un estilo o de la conformación de un lenguaje.
Aunque ha sido evidente que los creadores de la arquitectura de comienzos de este siglo ya no se ajustan a una serie de cánones que especifiquen una manera de hacer determinada, y que lo que se diseña se hace a partir de puntos de vista y sensibilidades más particulares, sí existen constantes en la producción arquitectónica que es muy probable sean las que definan el diseño y construcción de los espacios habitables de las próximas décadas.
Dos de ellas son el uso de las tecnologías digitales y los sistemas constructivos ecológicos.
En el pasado tecnología y
ecología eran figuras antagónicas, hoy en día son sostienen una estrecha relación, ya que el uso combinado de ambas, supone procesos constructivos más rápidos, eficientes, limpios y económicos, además de soluciones arquitectónicas más respetuosas con el medio ambiente natural, que incluso pueden ayudar a regenerarlo.
Los severos cambios climáticos que ha experimentado el planeta en los últimos años, han promovido que muchos de los profesionales de la arquitectura y la construcción desarrollen las más variadas –y hasta excéntricas- soluciones para preservar la vida en el planeta, combinando las tecnologías más avanzadas con materiales que suponen menor impacto ambiental.
Esta tendencia “verde” ha dejado ver, alrededor del mundo, proyectos que proponen no sólo la construcción de edificaciones conformadas por tecnologías ahorradoras de energía, reciclaje de agua y materiales de desecho sino hasta la recreación de organismos vivos.
Un interesante ejemplo es el proyecto denominado como “
Observatorios flotantes”, diseñado en colaboración por las firmas de arquitectura DSBA y Upgrade-Studio.
El proyecto, de imagen “ultra-contemporánea” fue inspirado en la geografía de Taiwan, y asemeja un árbol, integrado por ocho hojas o miradores que se distribuyen a lo largo de un enorme tronco.
El proyecto, pretende ser un modelo de arquitectura ecológica, por lo cual está integrado por una serie de superficies verdes, sistemas ahorradores de energía y sistemas de recolección de aguas entre otros equipamientos sustentables.
Otro proyecto similar a los Observatorios Flotantes, es el denominado “Árbol Urbano”, diseñado por la firma de arquitectura ecológica Geotectura.
En este caso, la forma del
edificio también se asemeja a la de los árboles, con la diferencia que aquí no es sólo un espécimen, sino una colección de ellos, que de acuerdo a las intenciones de su autor, pueden crecer ya sea dentro de una localidad urbana o suburbana.
El modelo de árbol urbano está conformado por un “follaje” integrado por módulos cúbicos hechos de paneles fotovoltaicos, para capturar la energía solar y así tener espacios autosustentables.
Propuestas que también plantean la relación entre tecnología y ecología, son las denominadas arquitecturas genéticas, que son mucho más complejas, pues van más allá de la simple inspiración formal, proponiendo literalmente estructuras “vivas”.
Para este tipo de proyectos, los arquitectos además de hacer uso de las tecnologías más avanzadas, colaboran con especialistas en genética, medicina, biología, etc., para darle forma a las más insólitas estructuras, que pueden transformarse según las condiciones climáticas, auto-repararse y acoplarse al entorno natural como lo hace un organismo vivo.
Un ejemplo es el Proyecto de Arquitectura Genética creado por el despacho italiano
3GATTI.
Entes vivos habitables) La idea de este proyecto es que cada edificio, según su ubicación geográfica, se recubra con un tipo de piel viva, que le sea conveniente y que pueda mutar según las condiciones de clima y humedad.
Por ejemplo, para un edificio situado en una región fría, la cubierta más adecuada podría ser una piel elaborada con el material genético de un lobo marino combinado con el de un oso polar, valorando que el grueso escudo de grasa del primero, y el denso pelaje del segundo conformarían un excelente aislante térmico.
De esta manera, la piel haría del edificio una estructura inteligente con sistemas automatizados que, mientras más transformables, movibles y transpirables fueran, se adaptarán mejor a las variaciones climáticas.
Mediante el uso de la tecnología digital y un profundo análisis de los seres vivos el artista y arquitecto estadounidense Dennis Dollens es uno de los arquitectos que más propuestas tiene en torno a las construcciones de cualidades biológicas.
Para ello Dollens ha estudiado cuidadosamente diversos métodos de la botánica y las ciencias naturales.
Un ejemplo es el proyecto Arizona Tower modelado en el espacio digital a partir de plantas vivas
A diferencia de la mayor parte de la arquitectura digital, Arizona Tower no es un producto tecnológico que se apoya en sistemas constructivos convencionales, sus formas responden a una lógica botánica, que además de que ha sido reinterpretada digitalmente, está planeada para llevarse a cabo con materiales naturales y recursos ecológicos.
Los proyectos antes mencionados, demuestran que desde hace mucho tiempo tecnología y ecología son conceptos que, por lo menos en arquitectura, deben proponer una estrecha relación, y que pensar en edificaciones que se construyan así mismas, que puedan auto-reparase, que se fabriquen con piezas vegetales o de origen animal, ya no es una utopía ni una excentricidad, por el contrario, es un hecho necesario, sobre todo pensando en que son soluciones que podrían ayudar a evitar un colapso ambiental.
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