Abraham Zabludovsky (1924-2003)
Bajo su mirada, el arquitecto aprehende un sinnúmero de hechos, sensaciones, emociones e imágenes para después, con estrategias muy particulares, conformar un vocabulario que se relacione con un lugar y satisfaga las necesidades de la gente.
La buena arquitectura, más allá del hecho constructivo, revela los valores más significativos de una cultura. El arquitecto
Abraham Zabludovsky (México, D.F., 14 de junio de 1924 - México, D.F., 09 de abril de 2003) siempre tuvo muy clara esta premisa que aplicó de manera fehaciente en todas sus obras.
La vocación del arquitecto Zabludovsky se remonta hacia su infancia y juventud, periodos que vivió en la zona de la Merced, en el Centro Histórico de la Ciudad de México, en un entorno conformado por edificios coloniales, teatros y las novedosas salas cinematográficas, siendo la construcción de estas últimas lo que motivó su gusto por la arquitectura, ya que le permitió ver todo el complejo y ordenado proceso que implica la edificación de una obra y sus vivificantes resultados.
Como profesional, en diferentes etapas de su vida pudo experimentar cabalmente las múltiples facetas del trabajo arquitectónico, siendo desde dibujante, asistente de arquitecto, constructor, promotor, y empresario, hasta que con cierto respaldo económico pudo dedicarse de lleno al diseño arquitectónico.
A lo largo de su carrera el arquitecto Zabludovsky apostó por la búsqueda de soluciones que antes de revisar los problemas formales comenzaban por conocer los lugares, su geografía y su historia. Si bien en su arquitectura siempre cuidó resolver puntualmente los problemas de México, también reveló un lenguaje universal, adecuado a su tiempo y que siempre estuvo al tanto de las técnicas y de los sistemas constructivos más novedosos. Constantemente experimentó con la plasticidad de los materiales perdurables y que no necesitaran de mantenimiento, especialmente con el concreto, material que con el paso del tiempo le permitió conformar un lenguaje sobrio, elegante y contundente, característico de prácticamente toda su producción posterior.
Renuente a la idea de tomar el programa como único eje rector para la creación arquitectónica, Zabludovsky además de buscar satisfacer las necesidades de servicio espacial, indagaba en soluciones que aparte de utilitarias revelaran la historia y la cultura del lugar, postura que amplió las posibilidades del diseño y cambió de manera radical la apreciación de la arquitectura.
Para la expresividad de su arquitectura los elementos que se ponen en juego trascienden los enunciados funcionalistas, utilizando como recurso los elementos masivos, los planos oblicuos y la asimetría, enfatizados por el uso de texturas -martelinando* el concreto o adicionando a éste granos de mármol, tezontle o canteras- y los claroscuros derivados del juego entre vanos y macizos.
En el caso de la arquitectura que realizara en México, retomó diversos elementos de la arquitectura mesoamericana y colonial como son: los taludes, los patios porticados y el muro macizo, elemento que incorporó sobre todo en sus últimas obras.
Durante la primera etapa de su carrera abordó principalmente el tema de la vivienda, mientras que en una segunda etapa y habiéndose asociado con el arquitecto Teodoro González de León realizó diversos edificios de carácter público como: las oficinas centrales del INFONAVIT (1973); la embajada de México en Brasilia (1973); el
Colegio de México (1975) y una de sus obras más representativas, el
Museo Rufino Tamayo (1981). En la última fase de su carrera, realizó una serie de obras, principalmente auditorios y centros de convenciones, en los que si bien conserva su lenguaje característico revelan mucho mayor expresividad y soltura.
Edificio Infonavit
Museo Rufino Tamayo
En general sus obras se caracterizan por integrar elementos propios del lugar y por respetar las cualidades propias de los materiales utilizándolos aparentes para aprovechar sus texturas y colores. En este sentido, y aunque su arquitectura marcó un corte con los planteamientos funcionalistas y el estilo internacional, su concepción de la arquitectura, paradójicamente, fue la de un moderno.
Embajada de México en Brasilia
Colegio de México
* Martelinar (Abujardar). Labrar la piedra o el concreto con martelina o bujarda, una especie de martillo con dos bocas cuadradas guarnecidas con dientes.
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Breve reseña biográfica del arquitecto Abraham Zabludovsky
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