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Arquitectura invisible para los emperadores de internet

Las sedes de Google y Facebook recurren a construcciones invisibles firmadas por arquitectos notables. Haga memoria. Piense en el icono urbano de una ciudad progresista como Nueva York o Hong Kong. ¿Qué le viene a la mente?
Arquitectura invisible para los emperadores de internet Haga memoria. Piense en el icono urbano de una ciudad progresista como Nueva York o Hong Kong. ¿Qué le viene a la mente?

Prácticamente con toda seguridad la torre de una compañía. Es posible que el edificio Chrysler de Manhattan. O quizá el rascacielos del Hong Kong & Shanghái Bank que firmó Norman Foster.

Si en el pasado el poder político, religioso y hasta el económico contribuyó a construir la mejor arquitectura de las urbes, el día de hoy presenciamos su escapada de los sitios urbanos.

Ahora que la mitad de la habitantes del mundo se reúne en centros metropolitanos, los más poderosos parecen menospreciar la posibilidad de participar en la arquitectura de esas complejas macrociudades y escapan hacia la periferia resguardándose en un curioso anonimato.

Curioso por paradójico. Por un lado, las oficinas centrales de Apple, Facebook y Google en California tienen todas algo en común: apuestan por la discreción, procuran confundirse con el ambiente.

No obstante, para hacerlo todas y cada una estas organizaciones encargan los proyectos de sus estructuras poco perceptibles a los arquitectos más famosos del mundo.

En eso asimismo coinciden: Norman Foster está tras el anillo de Apple en Cupertino, Frank Gehry concluyó la oficina central de Facebook en San Francisco, y Bjarke Ingels y Thomas Hearherwick trabajan en las futuras sedes de Google.


(Apple en Cupertino por Norman Foster)


¿Contradicción? ¿perversión? ¿O prueba de que un profesional puede solucionar cualquier encargo incluido transformarse en su antítesis?

En el caso de la obra de Foster par Apple, las críticas han sido severas.

Desde los señalamientos de personas que chocan contra los cristales, o las quejas constantes por falta de intimidad en las oficinas de planta abierta.

También se ha señalado que si el edificio se pensó como amable con el medio ambiente, porque tantos cajones de estacionamientos. Otra crítica es su falta de interacción con el entorno. Quizá esto se debe a la necesidad de “privacidad” pedida por Steve Jobs.

Más anonimato, exactamente, es lo que Mark Zuckerberg le solicitó a Frank Gehry tras conocer la maqueta de la primera versión de su proyecto de Facebook Menlo Park o MPK 21.
































El día de hoy más de dos mil ochocientos ingenieros trabajan en la sede de FB de la bahía de la ciudad de San Francisco.

La cubierta es un parque, tal y como la había concebido originalmente Gehry.

El resto es parco, "rudo", ha comentado el arquitecto, "simple" ha declarado Zuckerberg: "Como un obra inconcluso que nos rememora cuánto nos queda por hacer para conectar al mundo".

Estas oficinas cuentan con una "calle principal" que atraviesa la mitad, junto con los "vecindarios" de oficinas colocados a cada lado.

Los trabajadores pueden reunirse en "plazas de la ciudad" o hacer una pausa en una zona de terraza llamada "The Bowl", un jardín botánico.

En Google reconocen asimismo esa voluntad de discreción. En su weblog oficial la compañía describe la Nueva Sede de Google como un edificio que "desvanece la diferencia entre arquitectura y naturaleza".














Y si Facebook habla de entorno -en lugar de construcción- y Apple de campus de la mano de Norman Foster, en Google describen el diseño como similar a un barrio.



Efectivamente no es sólo un construcción, la futura oficina central la firman 2 arquitectos que jamás habían trabajado juntos: el danés Bjarke Ingels (del estudio BIG) y el británico Thomas Heatherwick, que firmará el pabellón de su país en la Expo de Shanghái.

David Redcliffe, de Google, indagaron por todo el planeta y se quedaron con "los mejores de la clase: los arquitectos más capaces de generar una respuesta original".

Lo que perseguían precisaba efectivamente imaginación. Su programa trata de movilidad, de cambio, de estructuras ligeras y flexibles para poder trastocar el empleo de los inmuebles.

El resultado, no obstante, oculta todo ese despliegue de ingenio. Una piel transparente es la responsable de borrar las fronteras entre el interior y el exterior de las construcciones.

El campus de Google se construye en una área de casi 100,000 metros cuadrados. Consta de dos “laderas” de edificios para formar zigzags y paisajes de terrazas.

El diseño de Ingels permitirá a los empleados caminar, andar en bicicleta o patines.

Marcha dejando pasar la luz y favoreciendo el control climático y, consecuentemente, el ahorro energético.

Esta será la primera vez que Google instala sus oficinas en una sede de nueva. Tras convertir un garaje o bien una granja, la compañía se presta a reinventar la oficina.

El reto se ve bien planteado, mas su resolución resulta al menos paradójica al encargar anonimato a los arquitectos más insignes.

La arquitectura siempre y en todo momento ha ido de la mano del poder. ¿Va a ser que los nuevos poderes no necesitan ya la arquitectura? ¿O bien va a ser que los nuevos iconos ahora quieren parecer virtuales?

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