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En este momento no hay direcciones claras en la Arquitectura. Entrevista a Cesar Pelli

César Pelli, de 84 años de edad, es el arquitecto argentino más reconocido a nivel internacional. De origen tucumano pero radicado en en New Haven, en Estados Unidos, este arquitecto, autor de las Torres Gemelas Petronas de Kuala Lumpur es una de las personalidades clave para comprender lo que está sucediendo actualmente en la arquitectura.
A continuación les presentamos una entrevista realizada por la periodista Mariana Merlo en donde habla Cesar Pelli habla sobre lo que representa ser arquitecto en la actualidad, sobre su visión del medio y diversos conceptos que nos permiten entender mejor su manera de trabajar y lo que sucede actualmente a nivel internacional.

Existe la humildad de los grandes y César Pelli la conoce, la ejerce día a día sin ningún tipo de esfuerzo. Su ego podría estar cómodamente ubicado a la altura de cualquiera de sus rascacielos y, sin embargo, agradece la entrevista como si fuera la primera que le hacen en su vida.

Cuenta con naturalidad que cada mañana sale a caminar, o que por las noches lee o mira películas en la tele, sin temor a que tanta humanización lo baje de ese pedestal que parece reservado para unos pocos. Quizás tenga que ver con la concepción que tiene de su trabajo y con la idea de que sus edificios no tienen que hablar de él más de lo que hablan del lugar que los alberga.

San Bernardino City Hall - Estados Unidos


"Yo no estoy haciendo mi firma en cada edificio, estoy haciendo un edificio que pertenezca al lugar donde está, a la gente que me ha contratado, a la gente que lo va a usar, a los vecinos –explica–. Ésa es la gente a la cual el diseño del edificio pertenece, no a mí. Yo soy una circunstancia de haber creado esto para ellos. Lo hago con todo cariño y para mí es algo muy íntimo, pero me doy cuenta de que eso no soy yo, es una obra que yo estoy creando".

Y Pelli ríe. Cada respuesta termina en una risa, ésa que no llega a carcajada sino que es la consecuencia de una sonrisa a la que se le escapa un sonido casi sin querer. Será esa mueca que expresa cuando ve una de sus obras terminada, mezcla de felicidad y picardía, como si a sus 84 años se pudiera escuchar al niño que lleva dentro jugar a hacer la torre más alta del mundo. Ése es Pelli.

The Docklands Light Railway Station - Inglaterra


Un tucumano que vive en New Haven, en Estados Unidos, y que construyó las Torres Gemelas Petronas de Kuala Lumpur; el que vive en una casa que no diseñó y que no piensa en retirarse nunca porque aún tiene mucho por hacer y decir. De hecho, llegará en estos días a la Argentina para cumplir con un recorrido que combinará trabajo y vida familiar.

Dará una conferencia en el contexto de la Bienal de Arquitectura en el Centro Cultural Recoleta, hará una presentación para el Banco Macro donde le encargaron la construcción de su nueva torre, y viajará al norte del país a festejar los 80 años de su hermano Víctor. "¿Para qué retirarme? –pregunta jocoso–, ¿para descansar? No me hace falta, me siento muy descansado. No puedo pensar en nada que sea más divertido que lo que hago. Tuve la enorme suerte de poder hacer esto, ¿para qué dejarlo y desperdiciarlo?".

Tour Signal - Francia


La humildad y la energía de quien ama lo que hace, una combinación que lo llevó a lo más alto en el mundo de la arquitectura, que le significó varias distinciones del Instituto Americano de Arquitectos, incluida la Medalla de Oro por su trayectoria. El hecho de que para mí cada problema que tengo es algo nuevo, y es algo por resolver, me mantiene más joven, más vivo. Si uno no tiene eso, se está perdiendo de algo importante.

–¿Es el desafío lo que lo hace continuar con tanto entusiasmo?
–Sí, en realidad es una gran riqueza el tener que continuamente reconsiderar lo que estoy haciendo, porque si no se convierte muy rápido en una especie de fórmula. Puedo ver en algunos arquitectos muy famosos que las formas ya están bastante cansadas, pero las siguen haciendo porque ahí es donde está la firma.

COMSAT Laboratories - Estados Unidos


–Usted hace hincapié en eso de no tener un sello personal y en que la obra es de quien se la encarga, con sus reglas. ¿No lo tienta el libre albedrío?
–No, nunca me ha interesado. Es que ahí no es donde está la gracia de la arquitectura. Lo que usted me dice es como si yo me creara unas palabras cruzadas y después las resolviera yo mismo. La habilidad está en resolver un problema que otra gente prepara, ahí está la gracia de las palabras cruzadas o de hacer un edificio, en el poder responder a esta dificultad que tengo que confrontar. Y después siento una gran satisfacción por haber comprendido el problema, haberlo resuelto bien y encima de todo, en el mejor de los casos, haber hecho de eso un hermoso edificio.

–¿Llegó a esta conclusión una vez embarcado en la profesión?
–Cuando estaba estudiando arquitectura esta actitud se daba por hecho, era parte íntima del movimiento moderno. Toda esta cuestión de que cada arquitecto tiene su propia firma es muy reciente, y por suerte yo me eduqué diferente, formé mis ideas de otra manera y estoy libre de eso que siento que es una especie de enfermedad.

–¿Por qué?
–Porque eso de querer poner la firma en cada edificio no es sano. Es mucho más sano el pensar que voy a hacer algo para la sociedad. Y para mí lo que tiene la arquitectura es eso, el poder hacer algo para la sociedad y que, además, pueda llegar a ser una obra de arte. Eso es lo que hace a la arquitectura algo increíble, mucho más interesante que cualquier otra profesión, que cualquier otra forma de arte. Los pobres pintores tienen un lienzo en blanco todas las mañanas. Yo nunca empiezo con un lienzo en blanco, empiezo por un terreno de verdad que tiene sus problemas, tiene vecinos, códigos municipales. Hay tantas cosas que tengo que resolver.

Plan Maestro del Campus de la UNSTA en Yerba Buena


–Sin embargo, considera que hay una gran parte de arte en la arquitectura.
–Así es. La arquitectura no es automáticamente un arte pero puede aspirar a serlo. Pintar tampoco es automáticamente un arte, no porque usted agarre un pincel y un lienzo es una artista, tiene que ver si lo que produce llega a tener la calidad de arte. Lo mismo con la arquitectura, sólo que más difícil. Generalmente, uno no toma un pincel y un lienzo si no tiene algo que decir, en la arquitectura uno tiene que, además, resolver un problema. Se presenta un desafío diferente y me encanta. Y que además me paguen para hacer todo esto,… ¡qué lindo! Yo me siento, sin duda, muy afortunado.

–¿Cuál es el mayor desafío que tuvo que superar?
–El desafío más grande fue poder conseguir trabajo como para abrir mi propia firma, ése es el desafío más difícil en general, pasa en muchísimas profesiones, hasta los pintores tienen ese problema; el hecho de que uno sea un buen pintor no significa que pueda exhibir o que los críticos van a decir algo bueno sobre su trabajo. Uno tiene que llegar a un momento de reconocimiento mínimo para dar el primer paso, y ese primer escalón es siempre el más difícil.

1900 K Street - Estados Unidos


–¿Y en relación a algún diseño? ¿Alguno le quitó el sueño?
–¡El que tengo en este momento! (risas). Siempre el que me tiene así es el que tengo entre manos, el actual. Una vez que se resuelve uno dice: "¿pero qué pasó?". Si al final no fue nada, pero mientras está pasando no es nada fácil. Es como tener niños, después de que crecen uno piensa: "qué simpáticos son" (risas).

En casa. César Pelli nació el 12 de octubre de 1926 en Tucumán, donde se recibió de arquitecto en la universidad pública a los 26 años y recién recibido se fue a vivir a los Estados Unidos. Tal vez en ese entonces no pensaba que luego de trabajar durante algunos años y convertirse en socio del estudio Eero Saarinen, llegaría a ser decano de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Yale, y que construiría las famosas Petronas de Kuala Lumpur –las torres gemelas más altas del mundo–, entre tantos otros edificios alrededor del mundo. "Sin dudas fue el edificio que he hecho que recibió más atención pública", admite.

–¿Por qué obra le gustaría ser recordado?
–Por la que hice en ese lugar. Si me recuerdan en Buenos Aires quiero que piensen en los edificios que hice allí, el edificio que la gente conoce, que usa, el que ve todos los días, ése es el más importante siempre. Allí tengo el edificio República, el que era Banco de Boston, el de YPF y ahora será el de Banco Macro. Son cuatro, que me recuerden por cualquiera de esos está bien; o por todos, no hay favoritos, es como con los hijos, uno no debe tener favoritos.

–En su currículum se destacan edificios de gran altura. ¿Es peligrosa la ambición en la arquitectura? ¿No hay un límite?
–Hasta ahora no, estamos lejos de llegar a un tope. Creo que los edificios van a ser más y más altos, sin duda. Con el estudio entramos a un concurso para diseñar una torre de 1.001 metros en Arabia Saudita, que finalmente no hicimos, pero no hubo ningún problema al momento de pensarla, lo discutimos con nuestros ingenieros y se podía hacer. Así que eso va a seguir creciendo. En este momento estamos diseñando edificios más altos que nunca, estamos haciendo varios edificios en China y allí nos dicen: "el edificio tiene que tener por lo menos 500 metros de alto", y nosotros les contestamos: "¡sí, cómo no!" (risas).

BOK Center de Tulsa


–Con cierta frecuencia viene a la Argentina y está en contacto con las nuevas generaciones. ¿Qué podemos esperar de nuestros futuros arquitectos?
-El trabajo que veo publicado de algunos arquitectos muy jóvenes me parece fantástico, son muy buenos, así que el futuro se apunta bien pero es difícil de predecir cómo se van formando los gustos de la gente, de la sociedad y de los arquitectos, todo va muy mezclado. Y en este momento no hay direcciones claras en la arquitectura, cada arquitecto de nombre trata de crear su propio estilo. Eso para mí no puede seguir por mucho tiempo, es absurdo que cada edificio que cada arquitecto de nombre haga sea totalmente distintivo, no tiene sentido, las ciudades no van a tener coherencia, no van a tener armonía. Va a ser como una especie de feria mundial, que son un mamarracho.

Torre Petronas



-¿Existe una identidad argentina en la arquitectura?
-La verdad es que no sabría definirla pero cuando uno anda por las calles de Buenos Aires sabe que está en Buenos Aires y no en ninguna otra parte. Hay un carácter que es muy fuerte, muy claro y muy agradable, y eso se lo siente rápidamente.

–¿Le queda algún sueño por cumplir?
–No, pero sí me gustaría mucho diseñar algún edificio importante, de calidad, en Tucumán, que nunca me han pedido. No es algo necesariamente pendiente pero nunca se dio. Quisiera hacer algún edificio de importancia pública, que pueda ser símbolo de la ciudad. Pero es un sueño, no es una cosa que espero que pase, no es algo que me preocupe ni voy a dejar de dormir por ello.

–¿Le gusta volver a sus obras?
-Sí, siempre es un placer enorme viajar y visitar ciudades en las que tengo algún edificio. Siempre les encuentro errores, pero aún así me encanta visitarlos (risas).

–Es muy crítico de usted mismo, ¿no?
–Sí, cualquier arquitecto, eso es inevitable, todos nos fijamos más que nada en las cosas que no están bien.

-¿Por eso nunca viviría en una casa diseñada por usted?
-¡No, para nada! Mejor que sea de otro así la puedo criticar. No podría vivir en una casa diseñada por mí, la viviría cambiando, estaría siempre en obra?

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Lista de comentarios

0 de 45 de los participantes encontró que el siguiente comentario es útil:
, 2012-11-13
Comentarios por: Jorge
 
siempre leer los comentarios de arquitectos de gran trayectoria y con mucha humildad lo ayuda a uno a formarse mejor en la arquitectura
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