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La artista que convirtió a Barragán en un anillo

A comienzos de agosto de 2016, la artista Jill Magid, con la autorización de los familiares de Luis Barragán y autoridades culturales de Jalisco, extrajo 525 gramos de las cenizas del arquitecto para fabricar un anillo. ¿Para qué? Esta es la historia.
La artista que convirtió a Barragán en un anillo En 1994, la arquitecta Federica Zanco, redactora y editora de revistas como Ottagono y Domus, viajó a la Ciudad de México con quien después sería su esposo, Rolf Fehlbaum, dueño de Vitra, fábrica suiza de muebles.

La razón del viaje: conocer la obra de Luis Barragán por recomendación de Álvaro Siza.

Estuvieron en Guadalajara y en el entones Distrito Federal. Zanco se enamoró de la obra de jalisciense y de regreso en Europa, el director del Museo de Vitra los animó a organizar una exposición.

De vuelta otra vez en México, donde pretendían solicitar documentos de Barragán para la muestra, descubrieron que el arquitecto no tuvo hijos, y que su archivo había sido heredado por su socio, Raúl Ferrera, muerto en 1992.

La viuda de Ferrera les dijo que no podía ayudarlos pues el archivo ya estaba en manos de un galerista de Estados Unidos, Max Protetch.

Zanco viajó a ver al galerista con la idea de solicitar el préstamo de algunas piezas, pero al revisarlo durante tres días, se dio cuenta que el contenido de aquellas cajas era una mina de oro.

Así, a comienzos de 1995, Fehlbaum and Co., dueña de Vitra, adquirió el archivo por una suma no revelada, pero que según la prensa rondó los 2.5 millones de dólares.

Rolf Fehlbaum pidió a Zanco que se quedará en Basilea tres meses para desempacar las cajas, pero ese periodo de tiempo se convertiría en un trabajo para toda la vida.

“El archivo contiene 13,500 dibujos originales; 7,500 fotografías; 3,500 negativos; 290 publicaciones; notas, correspondencia y una serie de muebles, entre otros objetos”, de acuerdo con la información de Gerardo Lammers publicada en “Viaje al fondo del archivo de Barragán” (Confabulario).

De este modo fue como el archivo del arquitecto mexicano más famoso y reconocido a nivel mundial terminó en Suiza.

Señalados por mantener un cerco alrededor de la obra de Barragán y de no permitir el uso de ninguna imagen o información sin su permiso —en 1997, Vitra adquirió los negativos y derechos del fotógrafo de Barragán, Armando Salas Portugal—, la artista estadunidense Jill Magid entró en escena.

Magid, según su página de internet, “ha iniciado relaciones íntimas con varias organizaciones y estructuras de autoridad. Ella explora las tensiones emocionales, filosóficas y legales entre las instituciones individuales y "protectoras", como las agencias de inteligencia o la policía.

“Para trabajar al lado o dentro de grandes organizaciones, Magid hace uso de peculiaridades institucionales, lagunas sistémicas que le permiten hacer contacto con personas "en el interior".

“Su trabajo tiende a caracterizarse por la dinámica de la seducción, y las narraciones resultantes a menudo toman la forma de una historia de amor. Es típico de la práctica de Magid que ella siga las reglas de compromiso con una institución a la carta, a veces hasta el punto de absurdo”.

Así, como parte de su actividad artística, Magid comenzó a solicitar piezas del archivo de Barragán para su exposición “Los archivos de Barragán”, pero los permisos le fueron negados una y otra vez.

El Archivo Barragán, según puede leerse en la pagina de la artista “es un proyecto multimedia extendido que examina el legado del arquitecto mexicano y ganador del Premio Pritzker, Luis Barragán (1902–1988). Magid considera los archivos profesionales y personales de Barragán, y cómo las intersecciones de su yo oficial y privado revelan intereses divergentes y alineados, así como los de las instituciones que se han convertido en los guardianes de los archivos”.

“Junto con la gran mayoría de su arquitectura, el archivo personal de Barragán permanece en México, mientras que su archivo profesional, incluidos los derechos sobre el nombre y la obra del arquitecto, fue adquirido en 1995 por la empresa de muebles suiza Vitra, bajo los auspicios de la recién fundada Fundación Barragán.

“Al desarrollar relaciones a largo plazo con diversas entidades personales, gubernamentales y corporativas, Magid explora la intersección de lo psicológico con lo judicial, la identidad nacional y la repatriación, los derechos de propiedad internacionales y las leyes de derecho de autor, la autoría y la propiedad.

“El proyecto está en curso y da como resultado una serie de objetos, instalaciones y actuaciones. Las exposiciones del proyecto existen como oportunidades para hacer avanzar la narrativa, y refleja, dentro del trabajo, los parámetros legales del país en el que se muestran”.

Sobre la insistencia de Magid, Zanco explicó:

“Pon tú que Magid me pide un préstamo de esta pintura, ¿qué hago? Es decir, ¿la pongo en un cartoncito así envueltito con papel estraza y se la envío vía exprés, o qué? ¡Existen cuestiones prácticas, de procedimientos para que no se pierda! No es cuestión de seguro económico que pudiera costar cincuenta o cien mil dólares; pero si se pierde, qué hago yo con cien mil dólares cuando he arruinado un documento artístico y único que ya jamás nadie recuperará”, dijo Federica Zanco a la revista Proceso.

Entonces a Magid se le ocurrió la idea de hacer el anillo con las cenizas de Barragán.

The Proposal (La propuesta) es la culminación de años y años de la obsesión de Magid con Barragán, su archiva y Vitra.

Magid pregunta: “¿Qué sucede con el legado de un artista cuando es propiedad de una corporación y está sujeto a las leyes de un país donde no existe ninguna de sus arquitecturas? ¿Quién puede acceder? ¿Quién no puede?

La historia construida por Magid es la siguiente: para proponerle matrimonio, el dueño de Vitra dio como regalo de bodas a Zanco el archivo de Barragán; luego entonces, para pedirle que lo devuelva a México, Magid extrae las cenizas del arquitecto, hace un diamante y se lo envía a “la dueña” del legado para cambiárselo.

El famoso anillo se mostró en una exposición en el MUAC de la UNAM, en 2017, bajo el nombre de “Una carta siempre llega a si destino. Los archivos Barragán”.

“El 31 de mayo de 2016, Magid propuso a Zanco en Suiza. La Propuesta no solo ha exhumado los restos físicos de Barragán, sino que también ha abierto la posibilidad de sacar su legado espiritual y artístico de la bóveda y volver a la vida”, explica la artista e su página.

Hay que aceptar que Magid llevó su idea hasta sus últimas consecuencias, pues fue capaz de convencer a autoridades de Jalisco y a familiares de Barragán para que accediera a abrir su tumba y extraer las cenizas.

Luego The Proposal derivó en el primer largometraje de Jill Magid, “el último capítulo de un proyecto más grande que comencé en 2013 llamado The Barragán Archives. El proyecto explora el legado impugnado de Luis Barragán, el arquitecto más famoso de México, y cómo su legado se ve afectado por el hecho de que una corporación privada, Vitra, posee sus archivos y controla los derechos en su nombre y trabajo. Durante más de veinte años, esta corporación ha hecho que su trabajo sea prácticamente inaccesible para el público. La película cuestiona si un solo actor debe tener el control exclusivo de cómo el mundo puede involucrarse con el trabajo de Barragán”.

La polémica, eso que tanto busca Jill Magid, se desató, aunque no hubo ninguna consecuencia legal. Como la propia Federica Zanco lo ha aclarado, el archivo no fue ningún regalo, sino una oportuna inversión de Vitra para conservar la obra de Luis Barragán.
A pesar de todo el esfuerzo y el polvo levantado, Magid jamás ha podido obtener ningún documento. El anillo, dice, no será vendido; a pesar de sus esfuerzos, el archivo permanecerá en Suiza para siempre.

En los próximos años, no faltarán las personas que continúen como la causa de Magid y exijan la devolución de archivo, tal y como ocurre con el penacho de Moctezuma en Viena.



Con información de Proceso y Confabulario

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Lista de comentarios

4 de 16 de los participantes encontró que el siguiente comentario es útil:
Barragán: el cadáver y la memoria , 2016-08-10
Comentarios por: Diego Petersen
articulo
 
La exhumación de una parte de las cenizas de Luis Barragán para convertirlo en diamante pone de nuevo sobre la mesa un tema que, en una cultura fetichista como la nuestra, nunca se agota: a quién pertenecen los cadáveres de los notables; a quién la memoria. En Santa Evita, Tomás Eloy Martínez, narra magistralmente cómo la gestión de la memoria de la primera dama argentina estaba estrechamente vinculada a la posesión del cadáver; los militares luchaban por desaparecerlo; los peronistas por embalsamarlo. Dice mi maestra de asuntos religiosos que no hay santo sin hagiografía ni devoción sin reliquia. Si alguien sabe todo de la administración de la memoria y la explotación del cadáver es nada menos que la iglesia católica que lleva siglos gestionando historias y recabando reliquias. Luis Barragán corre el riesgo de convertirse en una memoria administrada y un cadáver sacralizado. De la hagiografía del arquitecto jalisciense se han encargado su discípulos y seguidores. No es que le falten méritos, por el contrario, no hay duda de ellos, pero su biografía contada por sus admiradores, como pasa con los santos, ha ido perdiendo riqueza, limando asperezas, eliminado las contradicciones. Parte esencial de la hagiografía es encontrar coherencia donde no necesariamente la hubo y eliminar de la memoria los pasajes que no abonan a construir un personaje plano y unívoco. Todos los santos, al igual que los héroes de la historia, terminan semejándose entre ellos, y al final ninguno parece humano. Pero lo que hace la devoción es la reliquia. Sea la lengua de un San Antonio de Padua, la casulla ensangrentada de un mártir cristero Santo Toribio o los huesos (aunque sean de perro) de Cuauhtémoc en Ixcatiopan. Más allá de la payasada de la artista Jill Magid de convertir una parte de las cenizas de Barragán en diamante (no tengo duda que, como dijo Juan Villoro, ese no hubiese sido el destino que el arquitecto de la perfecta sencillez habría escogido para él) lo que es totalmente reprobable es la manipulación de la memoria que han emprendido los galeristas de México y Estados Unidos en complicidad con una parte de la familia. A lo único que abona el performance del diamante de Barragán es a la gestión de la devoción absurda; a convertir en fetiche a quien sin duda fue uno de los más importantes artistas mexicanos del siglo XX. Para suerte de todos, la obra ahí está. Algunas en desgracia, otras en perfecto estado de conservación; algunas extraordinarias, otras ordinarias. El cadáver es de la familia y ahora de un puñado de oportunistas; la memoria del arquitecto, mientras no lo terminen de santificar, es todavía un bien público.
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2 de 21 de los participantes encontró que el siguiente comentario es útil:
Extensión. , 2016-08-08
Comentarios por: Miroslava Arredondo
Articulo
 
Hace unos días leí este tema por otro medio, en el que se mencionaba que la exposición de San Francisco incluiría fotografías de la exhumación. Personalmente aun estoy shockeada e indignada con todo este asunto, después de todo, estamos hablando de una persona, no de un objeto que es como lo estan tratando. Cada vez el mundo esta más deshumanizado, buscando más y más riqueza sin darse cuenta que su mismo egoismo es causa de su destrucción...
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0 de 17 de los participantes encontró que el siguiente comentario es útil:
Es que a los mexicanos ya se nos acabó la vergüenza , 2016-08-13
Comentarios por: Nalleli
La ignominia de una artista mediocre
 
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