¿Realmente quién diseñó las Torres de Satélite?
En 1958 se inauguró una de las obras más emblemáticas de la escultura urbana en México: la Torres de Satélite. Al paso del tiempo, la autoría del proyecto enemistó a sus diseñadores: Luis Barragán y Mathias Goeritz.
La autoría en una actividad como la arquitectura es un terreno agreste en el que hay que pisar con cuidado. Aunque siempre aparece un nombre al frente de una obra, por lo general el mandamás del despacho —llámese Zaha Hadid, Le Corbusier, Renzo Piano, etc.—, la arquitectura es un trabajo colectivo, no el resultado de una labor en solitaria.
Por ello resulta difícil saber quién es el verdadero autor de una obra determinada y más cuando este se convierte en un famoso icono.
Tal es el caso de las Torres de Ciudad Satélite cuya autoría terminó con la amistad de dos grandes artistas:
Luis Barragán y
Mathias Goeritz.
Cuando
Mario Pani empezó a desarrollar Ciudad Satélite, pidió a Luis Barragán un símbolo que le diera identidad al fraccionamiento.
Barragán invitó a Mathias Goeritz, con quien ya había trabajado antes, y las torres quedaron terminadas en 1958, convirtiéndose en un icono de la modernidad de México.
Sin embargo, veinte años después, en 1968, cuando Goeritz era miembro del comité organizador de las Olimpiadas y trabajaba en el proyecto de la Ruta de la Amistad, el 17 de junio de ese año se organizó una reunión a la que acudieron casi todos los artistas que participaron en ese proyecto urbano.
(Luis Barragán y Mathias Goeritz a los pies de las Torres de Satélite)
El 21 de junio Barragán distribuyó un memorándum en varios idiomas, dirigido a Mario Pani, en el que acusó a Goeritz de haberse apropiado el crédito de las torres, pues en diversas publicaciones su nombre aparecía después del de Goeritz, señalado como “escultor”, y que a él se le daba el crédito de “arquitecto de paisaje” o de “constructor”.
También se quejó de que en muchas otras publicaciones, encargadas por Goeritz, su nombre no aparecía.
Goeritz contestó diciendo que no era su culpa que los editores de esos medios lo conocieran más a él y que por ello se colocara su nombre al principio, pero que desde siempre se sabía que la obra era de los dos.
El arquitecto mexicano Fernando González Gortazar tuvo la suerte de conocer desde muy joven a lo dos artistas, y con el tiempo dio su opinión respecto de los malentendidos alrededor de las Torres de Satélite.
Se dedicó a investigar los orígenes del proyecto y encontró varias versiones:
De acuerdo con la doctora Ida Rodríguez Prampolini, esposa de Goeritz, en 1956 Barragán llevó a Mathias a ver el terreno donde se levantaría la escultura, y que le pidió que se encargara de la misma.
Cinco días después, Miguel Alemán y Luis Aguilar, los inversionistas del fraccionamiento, irían a la casa-estudio de Barragán para conocer las ideas respecto del proyecto.
Mathias Goeritz tuvo solo cinco días por prepararlo todo y que Barragán vio por primera vez las Torres dos horas antes de la llegada de los inversionistas.
Otra versión recogida por González Gortázar es la siguiente: el arquitecto Ignacio Díaz Morales estuvo en una reunión en casa de Barragán a la que llegó Goeritz. Entonces, el arquitecto le mostró unos dibujos con unas torres, y le dijo que estaba trabajando en ese proyecto y lo invitó a que lo desarrollaran juntos.
Otro punto en el que hay poca claridad es respecto del aspecto formal del proyecto, sus colores y formas, y de la decisión de hacer unas torres.
De nuevo González Gortazar cuenta una versión del pintor Jesús Reyes Ferreira, mejor conocido como Chucho Reyes, amigo cercano de Barragán y de Goeritz.
Cuenta que los dos se reunían en su casa por las noches, en la de Chucho Reyes, para discutir sus ideas sobre la escultura, y que Reyes actuaba como un árbitro y daba su opinión.
Uno de esas noches, cuando se fueron, Reyes hojeó un ejemplar de “Life en español”, y descubrió una fotografía de Nueva York en el crepúsculo, donde se apreciaba la silueta de los rascacielos.
Tomó un pincel y con gouache retocó el perfil de los edificios.
Cuando volvió a a ver a sus amigos les dijo: “¿Por qué no hacen algo así?”.
Aunque sus relaciones no volvieron a ser cordiales, a petición del arquitecto Ignacio Díaz Morales, en agosto de 1987, Luis Barragán y Mathias Goeritz firmaron una carta en la que decían que la autoría de las torres era de ambos, zanjando así la polémica iniciada 18 años antes.
Barragán moriría poco después, el 22 noviembre de 1988; Mathias Goeritz viviría hasta el 4 de agosto de 1990.
Las Torres continúan ahí, como símbolo de Ciudad Satélite y del genio de Barragán y de Goeritz.
(Mathias Goeritz trabajando en la maqueta del proyecto con su idea de los cinco prismas)
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