Fallo épico en la renovación del estadio de los Celtics de Boston
Por eso los arquitectos siempre traen un flexómetro a la mano: para saber si la distancia es suficiente para instalar nuevos mobiliarios.
Con un presupuesto de 100 millones de dólares, los arquitectos del estudio
ROSETTI fueron elegidos para transformar TD Garden, el estadio que comparten los Celtics de Boston y el equipo de hockey sobre hielo Boston Bruins.
Como parte de su análisis, ROSETTI afirmó que este lugar, al que acuden 3.5 millones de personas al año, para disfrutar de 200 eventos públicos, se había rezagado respecto de otras arenas y estadios para esta clase de deportes.
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ROSSETTI “identificó actualizaciones para mejorar la experiencia de los fanáticos, jugadores y patrocinadores, al tiempo que genera nuevas oportunidades de ingresos”.
La renovación comenzó en los niveles 4 y 7, el estacionamiento, la explanada frente a la arena y un nuevo marcador.
Sin embargo, a pesar de todo el dinero invertido, nadie se tomó la molestia de medir las nuevas butacas retráctiles y acolchadas.
Se incorporaron 500 nuevos asientos pero algunos fanáticos, que se morían de ganas por ver las nuevas atracciones, se llevaron una terrible sorpresa.
Al sentarse en las nuevas butacas descubrieron que sus piernas y rodillas chocaban con el respaldo de los asientos al frente.
Con tan estrecho espacio, los demás fanáticos no podían ni siquiera pasar hacia sus lugares.
Una persona que rebase el metro con 80 centímetros no entra en el asiento, mucho menos quienes tengan sobrepeso.
A nivel seguridad, en caso de una emergencia nadie podría evacuar el inmueble debido a que “el pasillo”, en realidad, no existe.
Los directivos de los Celtics y los Bruins declararon que los aficionados han llamado para quejarse por esta situación.
De minimizar el asunto de las butacas, los administradores de la arena expresaron “su preocupación”.
Llama la atención que los organismos de protección civil de Estados Unidos, que suelen ser muy estrictos, aprobaran la instalación de estas butacas que han perdido su carácter de “ergonómicas”.
500 asientos representan más ingresos, pero si se sacrifica la comodidad de los aficionados, la funcionalidad y el sentido común, las cuentas alegres no saldrán al final.
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