¿Cómo será la arquitectura del futuro? Re-creaciones de la naturaleza
Los próximos años veremos cada vez más proyectos e iniciativas que buscarán que la arquitectura vuelva a imitar las formas de la naturaleza en aras del bienestar del hombre en la Tierra.
Frank Lloyd Wright, Louis Kahn, Alvar Aalto, Jorn Utzon, Lina Bo Bardi, Luis Barragán, Oscar Niemeyer, Aldo Van Eyck, Renzo Piano, floating gardens, Anne Holtrop, Studio Noach, Ecorium Project, The Berg, Jakob Tigges, Más...
Actualmente existen proyectos que indican que el ser humano ha caído en la cuenta de que en sus manos está la preservación o la destrucción del medio ambiente y de la vida misma.
El futuro de la arquitectura apunta a la re-creación del hábitat natural del hombre.
Para los arquitectos del siglo XX, la arquitectura del futuro ha sido representada por la arquitectura de las máquinas y por las grandes proezas estructurales.
Sin embargo, para el nuevo milenio la arquitectura del futuro es aquella que sostiene una estrecha relación con la naturaleza y que, incluso, pueda contribuir a frenar el deterioro de la ecología con soluciones inspiradas en arquitecturas tradicionales.
A pesar de que los términos arquitectura bioclimática y arquitectura verde son muy recientes, la arquitectura diseñada en función de la naturaleza no es cosa nueva: si echamos un vistazo hacia las edificaciones de la antigüedad comprobaremos que esta tendencia se remonta muchos siglos atrás.
La actitud de los antiguos constructores frente al entorno natural era fundamentalmente de respeto porque entendían su dependencia hacia él para poder subsistir; segundo: la arquitectura se entendía como imitación de la naturaleza.
Muchos de los grandes paradigmas de la arquitectura antigua se edificaron para honrar al sol, la lluvia, a los animales.
Persas, fenicios, egipcios, sajones, mayas, incas aprovechaban las condiciones naturales integrando sus edificaciones a la topografía y medio ambiente.
Desde el momento en que el hombre se convirtió en el centro del universo, la arquitectura poco a poco fue distanciándose de la naturaleza, condición que se acentuó a partir de la Revolución Industrial, cuando para el hombre el entorno natural, en vez de un recinto sagrado, se redujo a proveedor de materias primas.
Aunque ya desde principios del siglo pasado
Frank Lloyd Wright,
Louis Kahn,
Alvar Aalto,
Jorn Utzon,
Lina Bo Bardi,
Luis Barragán,
Oscar Niemeyer y
Aldo Van Eyck desarrollaron propuestas para una arquitectura más respetuosas de la ecología, es hasta mediados de la década de los 60, a raíz de la escasez de recursos naturales, la extinción de algunas especies animales y los cambios climáticos producidos por el adelgazamiento de la capa de ozono, que el hombre comienza a darse cuenta de la fragilidad del medio ambiente y la arquitectura empieza a tomar cartas en el asunto.
Por ello, en años recientes, alrededor del mundo se han propuesto proyectos para construir edificaciones verdes como campiñas, islas e incluso montañas artificiales.
Por ejemplo, el arquitecto italiano
Renzo Piano creó en la Academia de las Ciencias de California, uno de los más recientes e interesantes ejemplos de la arquitectura fundada en el respeto y cuidado de la ecología.
En este edificio, el arquitecto integró ciencia, arte, historia, antropología, geografía y ecología en una estructura que simula las siete colinas de San Francisco en una superficie de 10,000 metros cuadrados.
El interior de los montículos, recubiertos todos con vegetación endémica, alberga un centro de investigación, un museo, dos restaurantes, un cine 3D, una tienda, un planetario, un aviario y un acuario, en el que se encuentra el mayor arrecife de coral de origen filipino construido en cautiverio.
Este edificio, verde casi en su totalidad, cuenta con un sistema de instalaciones que impacta mínimamente el entorno, genera su propia energía eléctrica y permite que el edificio siempre tenga una temperatura y humedad óptimas.
The
floating gardens, un SPA diseñado por
Anne Holtrop en colaboración con la firma de arquitectura ecológica
Studio Noach y el botánico Patrick Blanc, es otro proyecto verde.
Su objetivo, más que construir un edificio, generar un paisaje en una isla artificial, por lo cual la imagen exterior del proyecto es la de un gran jardín flotante que invita a jugar sobre sus colinas recubiertas con diferentes tipos de flores y vegetación.
Al interior de sus colinas, The floating gardens albergará las áreas privadas del SPA con baños, saunas y salas de masajes.
Lo que en el interior funciona como paredes y techo, al exterior se lee como una sinuosa topografía, de diferentes tamaños y alturas.
La intención es que las personas que visiten el SPA puedan recorrerlo literalmente de arriba abajo y de manera continua, sin perder en ningún momento el contacto con el agua, la vegetación y la arquitectura.
El Instituto Nacional de Ecología de Corea del Sur, o
Ecorium Project, es otro proyecto de ecoarquitectura que tiene como objetivo la creación de un parque ecológico, orientado hacia el estudio de los ecosistemas existentes en aquel país y a la interacción entre arquitectura y biodiversidad.
La estructura comprende una serie de domos interconectados que albergan en su interior simulacros a escala de diversos ecosistemas.
Se estima que el proyecto sea autosuficiente energéticamente mediante el uso de un sistema inteligente que sigue el desplazamiento del sol para ajustar las condiciones climáticas internas dependiendo de las condiciones externas para crear un microclima en todas las áreas interiores.
Este proyecto abarca aproximadamente 33,000 metros cuadrados e incluye una extensa variedad de plantas silvestres y una reserva de humedales.
Otro de estos proyectos verdes y quizá el más controvertido es
The Berg, la montaña artificial más grande del mundo, del joven arquitecto alemán
Jakob Tigges.
La propuesta es generar una montaña de 1,000 metros de altura justo en medio de Berlín, que funcione como hábitat para especies animales y vegetales propias del lugar, y para atraer a diversas especies de aves provenientes de otras latitudes.
La imagen del proyecto es impactante no sólo por sus enormes proporciones, sino porque contrasta totalmente con la arquitectura de la ciudad; en este caso, a diferencia de lo que sucede habitualmente, lo natural, o por lo menos la idea de ello, rompe con el entorno.
Lo que representa este último proyecto es el indicio de que el ser humano ha caído en la cuenta de que en sus manos está la preservación o la destrucción del medio ambiente y de la vida misma.
El arquitecto francés Vincent Callebaut ha sido uno de los más interesados en pensar la arquitectura del futuro como una creación ecológica, orgánica y más natural.
Ejemplo de ello es su rascacielos Dragonfly, en Nueva York.
El proyecto es una granja urbana en torno a un programa mixto de viviendas, oficinas y laboratorios de ingeniería ecológica, espacios agrícolas que se distribuyen verticalmente en varios pisos y en parte son cultivados por sus propios habitantes.
Pensado para reutilizar residuos biodegradables y mantener la energía y los recursos renovables, el edificio es un complejo ecosistema densificado.
El edificio se plantea a lo largo del East River, en el extremo sur de la isla, entre Manhattan y Queens.
Cada piso de la torre se destina la producción de carne, leche, aves y huevos, junto con campos de cultivo y reactores biológicos.
Pero Dragonfly también es un centro habitacional y de trabajo, con espacios para el ocio, jardines, huertas, prados, campos de arroz, granjas y campos suspendidos.
Arquitectónicamente, el edificio se divide en dos torres alargadas dispuestas simétricamente alrededor de un enorme invernadero climático que las une y se despliega entre dos alas de cristal.
El futuro de la arquitectura apunta a la re-creación del hábitat natural, despreciado durante muchos años por el hombre.
Liliana Ochoa [arq.com.mx]
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