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Casa espectadora del paisaje campestre

La Casa Quintana comparte paisaje con casas de construcción tradicional y una abundante forestación, todas dentro de una urbanización cerrada de Pilar, Buenos Aires, Argentina, diseñada a modo de barrio jardín.
Casa espectadora del paisaje campestre Un extenso campo, lindero al terreno, le confiere a la casa la condición de espectadora de un singular paisaje rural. El proyecto corresponde al arquitecto Fernando Marino, que proyectó el conjunto a partir de la propia implantación. “La casa intenta dar cuenta de las condiciones sobre el lugar, expandiendo su uso hacia los jardines que la rodean, buscando apropiarse de ellos y volcarlos hacia el interior”, explica el proyectista. Y señala que organizó el proyecto en un sistema que denomina como “tres realidades”. El paisaje inicial a partir del cual se proyectó la Casa Quintana (una primera realidad) está conformado por una serie de vialidades, casas prototípicas de construcción en ladrillo visto y exteriores con gran variedad de plantas autóctonas.



“El continuo paisaje, los objetos autónomos preexistentes, los exteriores, el control de visuales y privacidad; más la incorporación de nuevos materiales constructivos al paisaje inicial, fueron algunos de los aspectos más relevantes a resolver en este tipo de enclave”, explica Marino, que en 2011 obtuvo una Mención en el Concurso Nacional de Anteproyectos Universidad del Chubut, Rawson. La simple resolución de los problemas constructivos según los requerimientos del programa y las condicionantes del lugar fueron los aspectos que dieron consistencia a la casa.



Para Marino, la segunda realidad está constituida por las propias características intrínsecas del artefacto arquitectónico y el manejo de las variables económicas y tecnológicas, para promover más construcción, de mayor tamaño, en menor tiempo, con el objeto de generar “más y mejores condiciones para el habitar”. Los sistemas estructurales metálicos ligeros, la panelería de cierre exterior y los sistemas de carpinterías de aluminio, son sólo algunos de los componentes utilizados para cumplir este objetivo.



Los cerramientos fueron concebidos como dispositivos que buscan establecer para con el entorno relaciones bilaterales mutuas y de transformación a lo largo del tiempo. “Y para abandonar definitivamente el concepto monofuncional del muro como elemento de cerramiento, en muchos casos materializado de ladrillos apilados uno a uno”, critica Marino.



“No se trata de la implementación de simples cerramientos vidriados y sistemas de cortinas que buscan visibilidad, sino de otorgar la posibilidad de intercambio en el tiempo y el espacio; y de promover la variabilidad y reacción hacia las distintas condiciones del entorno”, explica Marino, profesor de Arquitectura de la Universidad de Belgrano y de la Escuela de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Torcuato Di Tella, y profesor invitado de la Universidad de Palermo y la FADU UBA.



La casa, proyectada para una familia joven, con dos hijos, se retroalimenta del paisaje rural mediante la configuración de estas aberturas.



Un tercio longitudinal del predio, disponible para construir, está ocupado por espacios para uso de los hijos, vinculados hacia el jardín. Los restantes dos tercios longitudinales son liberados a un espacio continuo, que comprende la longitud total del terreno, utilizado para las actividades sociales de la casa. “Finalmente, es mediante la promoción del rol activo del habitante respecto de los sistemas de cerramientos y sus operaciones, reflejos, sombras y opacidades, que se establecen nuevos diálogos para con el paisaje, construyendo una tercera realidad”, apunta Marino.






Ubicación: Casa Quintana
Arquitecto: Federico Marino
Ubicada: en un barrio cerrado de Pilar, Buenos Aires, Argentina

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