De viaje por Buenos Aires - La casa Curutchet
¿Qué arquitecto podría convertir las desventajas en ventajas? Charles Édouard Jeanneret-Gris más conocido como Le Corbusier lo logra, y con creces, en su obra la Casa Curutchet, un poema arquitectónico construido en Argentina.
Le Corbusier proyectó la vivienda en un terreno de solo 180 metros cuadrados, entre medianeras, sin dejar de tener en cuenta el entorno de la ciudad y la cercanía de su bosque.
La construcción constituye un curioso y logrado ejemplo desde el punto de vista plástico de adaptación de los principios característicos de la arquitectura doméstica de Le Corbusier a las particularidades del contexto urbano de una ciudad argentina.
En este caso dichas particularidades se centran esencialmente en dos temas:
Primero, la construcción de una vivienda unifamiliar en un terreno de dimensiones limitadas entre medianeras, circunstancia inédita en la producción anterior del autor, lo que determina una vivienda de una sola fachada.
Y segundo, el hecho de que como consecuencia de la estructuración urbana de la ciudad de La Plata según avenidas diagonales, el eje longitudinal del terreno tenga una inclinación cercana a los 45 grados con respecto a la línea municipal.
Le Corbusier, enfrentado a estos dos hechos, respondió a ellos con notable destreza, derivando de dicha respuesta su partido.
Este consiste efectivamente en dividir el programa en dos bloques.
El primero contiene en el primer piso los consultorios y ámbitos de trabajo del comitente y en el segundo la terraza jardín y se toma a la línea municipal respetando así la continuidad fachadística de la cuadra y absorbiendo en su materialidad la divergencia angular mencionada.
La consolidación de este frente está acentuada por la prolongación del parasol hacia arriba, que enmarca virtualmente el frente de la terraza, y por el techo de ésta en doble altura, apoyado contra el lindero más alto.
En el bloque posterior está la vivienda. En 1926 Le Corbusier había determinado los llamados “Cinco puntos de una nueva arquitectura”, materializados completamente en esta obra.
Al recorrer la
Casa Curutchet pude notar en carne propia como este genial arquitecto logra materializar de manera impecable los cinco puntos que para el representan los principios fundamentales de una nueva arquitectura.
La planta libre: para Le Corbusier, la planta baja de la vivienda, al igual que la calle, pertenecía al automóvil, ya sea para circulación o aparcamiento, por este motivo la vivienda se elevaba sobre pilotis dejando toda la planta baja libre para permitir el movimiento de los vehículos.
La terraza-jardín: para Le Corbusier la superficie ocupada en planta por la vivienda debía de ser devuelta a la naturaleza en forma de jardín en la cubierta del edificio, convirtiendo el espacio sobre la vivienda en un ámbito aprovechable para el esparcimiento, que además permitía mantener condiciones de aislamiento térmico sobre las nuevas losas de concreto.
Los “pilotis”: aprovechando la acción conjunta de las losas de concreto y los pilares metálicos, estos últimos tienen un consumo de suelo en la vivienda despreciable comparado con los muros de carga tradicionales o los pilares de ladrillo o concreto.
De esta forma, se mejora el aprovechamiento funcional y de superficies útiles, liberando a la planta de condicionantes estructurales.
La ventana longitudinal: por el mismo motivo del punto anterior, también los muros exteriores se liberan, y las ventanas pueden abarcar todo el ancho de la construcción, mejorando la relación con el exterior.
La fachada libre: complementario del punto anterior, los pilares metálicos se retrasan respecto de la fachada, liberando a ésta de su función estructural.
Vale la pena mencionar que por diversos motivos Le Corbusier no viajó a
Argentina para supervisar esta obra, por lo que le encargó todo lo relativo a la construcción y dirección de obra a Amancio Williams, uno de sus discípulos.
Williams, quien posteriormente crearía sus propias obras, como la Casa Puente, redibujó los planos enviados por Le Corbusier para hacerlos entendibles a los trabajadores argentinos.
Además, trabajó muy duro para obtener los permisos de construcción, pues como la
casa estaba dimensionada según el Modulor, algunos aspectos no cuadraban con la legislación argentina.
Incluso Amancio Williams propuso otras soluciones, como el caso de la escalera, que finalmente fue aceptada por Le Corbusier.
Por desgracia, la relación con el doctor Curutchet no fue fácil, por lo que Williams renunció hacia finales de 1951 sin poder ver la casa terminada.
A pesar de ello, pudo enviar a su maestro los planos definitivos.
En una carta, Le Corbusier le escribió lo siguiente:
“Vuelto de la India, me he encontrado vuestro dossier de planos de la Casa Curutchet. Tengo la impresión que estos planos están cuidadosamente realizados. Pareciera que tuvo dificultades con Curutchet, lo siento mucho. La vida es difícil para todo el mundo, y es necesario tener resistencia y agallas; estoy persuadido que usted tiene una y otras”. ( 29/03/54)
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