Noticias : Entrevistas : Dennis Dollens y la Arquitectura bio-mimética

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Dennis Dollens y la Arquitectura bio-mimética

Cada vez con mayor frecuencia los creadores de la arquitectura proyectan edificios con materiales que simulan el comportamiento de la naturaleza y que se acoplan al entorno como lo hace un organismo vivo.
Dennis Dollens y la Arquitectura bio-mimética Una de las figuras más importantes en torno a la arquitectura biomimética es el arquitecto Dennis Dollens, cuyo trabajo está encaminado a la búsqueda de nuevas soluciones ecológico-ambientales encaminadas al desarrollo de estructuras arquitectónicas vivas o por lo menos dotadas de propiedades biológicas.

Las investigaciones de Dollens, proponen soluciones que transformarán la manera de concebir la arquitectura, a continuación les presentamos una entrevista en donde explica su forma de trabajo, su postura en torno a la ecología y la arquitectura entre muchas otras cuestiones de gran interés para todos aquellos interesados en el desarrollo de arquitecturas más respetuosas de la naturaleza.




¿Sus estructuras arquitectónicas crecen como las plantas?

La arquitectura biomimética mira a la naturaleza, las plantas, las conchas, los animales, los esqueletos, para sacar ideas de diseño de estructuras y ver cómo se pueden traspasar esas ideas del mundo natural a un proyecto arquitectónico. No se trata de copiar del mundo natural directamente, no hacemos edificios que parezcan flores, sino que intentamos hacer un edificio que, por ejemplo, use energía solar como lo hace la fotosíntesis en las plantas. No va a parecer una planta pero sí que podemos decir que funcionará como una planta, tendrá sus principios.

¿Cómo se le ocurrió hacer crecer sus edificios con un software que predice el crecimiento de las plantas?

Yo miro a la naturaleza en busca de formas y materiales, de soluciones arquitectónicas. Uso por ejemplo un árbol para extrapolar formas, ideas o superficies. Se me ocurrió que lo mejor era usar un software como Xfrog, que usan los paisajistas para predecir el crecimiento de las plantas en un espacio determinado.

El software se basa en algoritmos sobre el crecimiento de los vegetales recogido en una serie de 40 años. Y yo utilizo esto para simular la manera como una estructura arquitectónica crecería para buscar la mejor orientación solar, los mejores flujos de aire caliente y frío, la reducción del consumo energético y de agua, etc.



¿Por qué considera usted un punto crítico los materiales para la construcción de estos bioedificios?

Yo creo que, si no cambiamos los materiales, no hace falta cambiar el diseño. La mayoría de los materiales de construcción se fabrican a gran escala, en industrias que usan mucha energía, petróleo, recursos naturales en general, de una manera ineficiente. Si no repensamos los materiales, su uso, y no buscamos materiales más eficaces, no sólo bonitos sino también inteligentes, no vamos a ninguna parte.

Se trata de que una pared sea bonita, pero también de que se construya con un material que sea capaz de filtrar el aire. No una máquina que lo filtre, sino una solución que permita el paso del aire según sus condiciones en el interior y el exterior. Un nuevo material inteligente.



¿Hemos perdido el afán por mirar a la naturaleza en busca de soluciones?

Creo que hubo un intento desde la revolución industrial hasta finales del siglo pasado para que los problemas industriales se resolvieran con soluciones industriales. Algunas soluciones industriales son tan malas que ya no nos sirven y creo que debemos reevaluarlas. Ya se está haciendo este proceso entre las nuevas generaciones; entre la gente joven hay más sentimiento ecológico. Puede que se haya tomado conciencia del cambio climático, de la necesidad de pararlo.

Incluso en Estados Unidos, que ha sido hasta ahora reticente por efecto de la influencia del ala conservadora, hay ahora un nuevo pensamiento que ve claro que algunos problemas los resuelven la ciencia y la industria, pero hay otros en los que necesitamos cambiar, pensar en nuevas soluciones. Yo, por ejemplo, estoy investigando la arquitectura ancestral de mi estado, Nuevo México, para ver qué materiales se usaban antiguamente, qué ventajas e inconvenientes tienen.



Oyéndole parece usted un militante save the planet. ¿Lo es?

No, ni mucho menos. Sólo soy un arquitecto. Y cuando me pongo a trabajar sobre un proyecto y me digo «necesito una puerta», en lugar de recurrir al catálogo de la industria convencional, me esfuerzo en abrir un proceso mental para ver cómo hacemos una puerta o una pared sin recurrir a un proceso industrial con un elevado gasto en energía, de petróleo o de química.

Claro que apoyo las iniciativas verdes y la sostenibilidad, como la llamada arquitectura verde, pero no hay que perder de vista que hay un poco de marketing en todo esto. Sólo tienes que ir al supermercado o a un restaurante rápido para encontrar por todas partes productos ecológicos. Tampoco hay para tanto.



Usted estudió al arquitecto Josep Maria Jujol y el modernismo catalán. ¿Lo podemos considerar un movimiento precursor de sus ideas?

Hacemos cosas muy parecidas y muchas de las soluciones de Gaudí, como el uso de las catenarias o de las curvas parabólicas, son todavía muy útiles y aún tienen mucho potencial. Ahora podemos usar estas herramientas en los ordenadores y con nuevos materiales, y el resultado es espectacular.

Muchas veces veo cosas de mi trabajo en las que me digo «¡esto es como Jujol!» o «¡esto es como el balcón de la Casa Milà!». Me encanta. Lo encuentro como una evolución. Aprendí mucho estudiando a Jujol. Ha sido para mí como un profesor.

¿Usted cree realmente que los edificios van a poder crecer algún día?

Ésa es la pregunta clave, y no soy el único que piensa que es una posibilidad. No sé todavía cómo podemos llegar a hacer real esta conclusión, pero sí que podemos especular que es una posibilidad y hay alguna gente trabajando en esa dirección. Parece claro al menos que aunque realmente los edificios no crezcan, sí que tendrán la posibilidad de hacerlo.

Porque tendremos los árboles que crecen y al lado tendremos una réplica de ellos en forma de estructura habitable. Los dos serán iguales y, si uno crece, el otro, como posibilidad, no se puede descartar que lo pueda hacer.
Lo que está claro es que los edificios no van a crecer de una semilla que enterremos en la tierra. Pero las ideas y las tecnologías y los materiales sí que tendrán su vida propia. Esto ya se está experimentando en laboratorios.



¿Edificios con vida propia de verdad?

Sí, claro, no en el sentido de que están vivos, pero sí que al menos tienen las propiedades de la vida. Pero claro, ahora tendríamos que ponernos de acuerdo en qué es vida. Parece que debe tener unos principios biológicos y que se debe poder reproducir. Puede ser que un edificio tenga unos principios biológicos y que se expanda por aquí o por allá buscando la luz o el aire, pero está claro que no buscamos que los edificios se reproduzcan.

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Lista de comentarios

0 de 42 de los participantes encontró que el siguiente comentario es útil:
arquitectura bio-mimetica , 2011-06-09
Comentarios por: Aaron Sainz
entrevista
 
muy interesante como se ha ido desarrollando esta corriente pero pienso falta mucho camino para poder concretar tanta investigación, no solo en grandes edificios sino en casa de todos.
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