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Le Corbusier va a la iglesia: la capilla de Ronchamp
En esta obra, el arquitecto francés dio una vuelta de 180 grados respecto de sus anteriores proyectos sin renunciar a sus principios elaborados a lo largo de su carrera.
Al final de la Segunda Guerra Mundial, sólo quedaban restos de una capilla en lo alto de una pequeña colina en el pueblo de Ronchamp, a las afueras de París.
El sitio había sido testigo de diversos sucesos desde los romanos, quienes establecieron un campamento en Bourlémont, la colina donde ahora se encuentra Notre-Dame du Haut.
Una capilla del siglo IV se construyó más tarde en el sitio y se dedicó a la celebración de la Virgen María.
En la Edad Media, la iglesia se amplió y fue bautizada como Notre-Dame de Septiembre. Las constantes peregrinaciones hasta este lugar le darían su nombre definitivo al templo: Notre-Dame du Haut, que significa Notre-Dame en lo alto.
Hacia el siglo XVIII, con la construcción de otra iglesia en el pueblo, Notre-Dame du Haut se convirtió en un templo fantasma.
Después de la Revolución Francesa (1799) la iglesia fue vendida y desde entonces ha pertenecido a diversas personas y administrada por la parroquia local.
Durante la Segunda Guerra Mundial, combatientes de la resistencia francesa se refugiaron en la iglesia que no tardó en ser destruida por un bombardeo alemán en septiembre de 1944.
En 1950, Marie-Alain Couturier, un párroco que quería reconstruir la iglesia bajo una óptica moderna, invitó a Le Corbusier para hacerse cargo del proyecto. Además, la austeridad que el arquitecto imprimía a sus edificios era adecuada debido a la mala situación económica que atravesaba Francia y el resto de Europa.
Tras su visita al sitio, Le Corbusier escribió en su diario: “No hay carretera hasta la cima. Tendré que arreglármelas con arena y cemento; probablemente las piedras de la demolición, resquebrajada y calcinadas, se podrán utilizar como relleno, pero no soportan carga”.
A pesar de los problemas logísticos, Le Corbusier llevará a cabo una verdadera revolución partiendo de sus mismas ideas y principio aplicados a sus proyectos previos.
Se trataba de su primer proyecto religioso; el arquitecto contaba con 63 años y empezó a desarrollar sus ideas para la capilla.
Entre 1950 y 1953, en colaboración con el arquitecto e ingeniero André Maissonnier, Le Corbusier desarrolló varios dibujos y maquetas.
Su intención era crear un lugar de silencio, oración, paz y alegría interior. Para ello, tomó referencias clásicas y renacentistas, así como de sus viajes a Italia, Grecia y Turquía y el norte de África.
La forma de la capilla consiste en una secuencia de superficies convexas y cóncavas, un espacio que abraza a sus visitantes.
Por dentro, el espacio en realidad no es muy amplio, apenas 756 metros cuadrados, pero que gracias a las paredes inclinadas y el techo no plano crea una sensación de amplitud.
Las paredes son muy gruesas, de modo que amplifican la acústica dentro y fuera de la iglesia; una serie de ventanas de colores, a la manera de vitrales, están colocadas según un patrón riguroso. Gracias a los muros, estas entradas de luz se amplían hacia dentro, de tal forma que la luz baña el interior para generar un clima propicio para el silencio y la oración.
La parte principal de la estructura consiste en dos membranas de concreto separadas por un espacio de 2.26 metros que forman una cubierta que constituye el techo del edificio.
Este techo, aislante e impermeable, descansa sobre unos puntales cortos que forman parte de una superficie vertical de concreto.
Estas paredes que no tienen contrafuertes siguen, en planta, las formas curvilíneas calculadas para proporcionar estabilidad a esta mampostería.
Un espacio de varios centímetros entre el armazón del techo y las paredes proporciona una entrada importante.
El piso de la capilla sigue la pendiente natural de la colina hacia el altar. Este piso está construido de un pavimento de cemento colocado entre los listones, cuyo diseño es dictado por el Modulor.
La forma curva del edificio le permitió a Le Corbusier el diseñó las áreas externas, como la del coro trasero, que extiende el espacio interno de la capilla hacia el exterior, utilizada para eventos religiosos al aire libre.
Las torres, uno de los elementos más icónicos de la capilla, están construidas de mampostería y cubiertas por cemento. Los elementos verticales de la Capilla están recubiertos con mortero, tanto en el interior como en el exterior.
La capilla, aunque no lo parezca, se diseñó íntegramente a partir del Modulor.
La capilla se consagró el 25 de junio de 1955. En su inauguración, Le Corbusier dijo que “en la construcción de esta capilla, quería crear un lugar de silencio, oración, paz y alegría interior.
Recientemente, la editorial Gustavo Gili editó el libro “Cuatro horizontes. Una visita a la capilla de Ronchamp de Le Corbusier”, que relata la visita que hieran a la capilla John Berger, John Christie, sor Lucia Kuppens y sor Telchilde Hinckley en 2009.
Desde sus profesiones y experiencias de vida, los 4 visitantes comparten sus puntos de vista sobre este proyecto que consagró a Le Corbusier.
Texto y redacción por Equipo de Colaboradores de Buscador de Arquitectura.