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Noticias de Arquitectura
Flexibilidad, transformación y movimiento. La obra de Mansilla y Tuñón
Luis Moreno Mansilla y Emilio Tuñón conformaron uno de los despachos de arquitectura españoles más destacados de las últimas décadas. Al comienzo de su carrera profesional, en los años ochentas, ambos arquitectos laboraron en el despacho de otro de los grandes arquitectos españoles contemporáneos, Rafael Moneo, posteriormente, en 1992 se asociaron profesionalmente, conformando el estudio Mansilla+Tuñón.
Creadores, intelectuales y académicos, este dueto arquitectónico, lo mismo encauzaron su talento al diseño de edificios que a la construcción de un pensamiento crítico sobre la arquitectura, que plasmaron desde 1993 en la publicación denominada CIRCO, una revista distribuida gratuitamente por Internet o a través de fotocopias que los arquitectos regalaban entre alumnos, amigos y colegas, firmes en su propósito de utilizar la escritura y el dialogo crítico como parte indispensable de la práctica arquitectónica.
El primer número de la revista, que trataba sobre la obra del artista Alexander Calder, fue una de las publicaciones más cargada de reflexiones sobre estructura, escultura, teatro y espectáculo, que celebraba lo lúdico y dramático de las leyes físicas y de la experiencia colectiva sobre lo individual, siendo también ante todo, una actitud que se enfrentaba al mundo con una conciencia artística moderna. Así también, CIRCO sirvió como detonante para la reflexión el papel de la arquitectura. Más que una colección de malabarismos teóricos, la revista era en sí misma una herramienta para la creación arquitectónica, que mediante una actitud humorística y despreocupada, planteaba un método de trabajo.
La obra construida de Mansilla y Tuñón, con frecuencia expone un juego de volúmenes sencillo y aparentemente casual, que aunque parte del uso de líneas rectas y estructuras de formas simples establece espacios de gráciles movimientos que tienen una fuerte presencia icónica.
Más allá de crear contenedores inamovibles para una actividad concreta, los edificios proyectados por Mansilla y Tuñón, son espacios capaces de albergar diferentes usos, hecho que deriva de la conformación de programas flexibles que con el paso del tiempo tienen la posibilidad de adaptarse a nuevas circunstancias. Ésta forma de proyectar, parte de la propia lógica de la vida cotidiana contemporánea, y es en cierta forma diagramática, ya que responde a unas ciertas reglas de juego, que en muchos casos son más importantes que la propia configuración.
Una de sus obras más conocidas, es el MUSAC, que fue sin duda un punto de inflexión en su carrera profesional, en el que concretan sus más importantes ideas y método de trabajo, de hecho después de que este edificio fuera reconocido el Premio Mies Van der Rohe comentaron: “Allí, en el hall, dos lucernarios se orientan en sentidos diferentes. Uno da luz por la mañana y el otro por la tarde. Así trabajamos nosotros, uno dice una cosa por la mañana, el otro, la contraria; y por la tarde, es al revés”.
Este proyecto les valió el reconocimiento público tanto en España como a nivel internacional. “Una de las cosas más importantes que le ha pasado a la arquitectura durante estos años es el fenómeno del público» explicaba Mansilla a El Mundo en una entrevista publicada en 2007. “Antes no existía; ahora lo primero que piden cuando vas a un concurso es un vídeo con tu proyecto para que la gente debata. Ahora pasa como en la Edad Media, que hacían una catedral y la gente del lugar la sentía propia, aunque la obra tardara 200 años en terminarse. ¿Un incordio? Nunca lo hemos sentido así. Somos iguales que todo el mundo y luchamos para que la gente lo perciba así”.
El MUSAC fue creado como un nuevo espacio para la cultura. Un conjunto de salas de exposiciones autónomas y encadenadas permite realizar exposiciones de diferentes tamaños y características; cada sala, de forma quebrada, construye un espacio continuo, pero diferenciado espacialmente, que se abre a las otras salas y patios, propiciando visiones longitudinales, transversales y diagonales. Al exterior, el espacio público adquiere una forma cóncava para acoger las actividades y encuentros. En su extensión, como un edificio de una sola planta construido con muros de concreto blanco y grandes vidrios de colores al exterior, el MUSAC integra lo privado y lo público y el arte y la vida.
Otras de sus obras emblemáticas es El museo de Arte Visigodo Vega Baja en Toledo, un edificio de 15.000 metros cuadrados que alberga tres funciones distintas: un centro de interpretación, un centro de investigación de la época visigoda, y un museo arqueológico que exhibirá piezas de los siglos I al X. El programa se organiza a partir de tres células elementales cuadrangulares de 14, 17 y 21 metros de lado, que contienen una superficie de 200, 300 y 400 metros cuadrados respectivamente. Cada una de ellas se construye con muros de carga de hormigón armado que serán dobles, permitiendo la ventilación de todas las fachadas.
La propuesta de Mansilla y Tuñón para el Museo de Arte Visigodo plantea la disgregación del tradicional volumen unitario en un sistema de pequeñas células de un solo nivel pero varias alturas abiertas a las distintas orientaciones, una repetición de elementos de planta cuadrada y cubierta a dos aguas que hacen referencia a las iglesias visigodas —estructuradas en planta de cruz griega—.
El proyecto denominado como Big Bang, para la Cúpula de la Energía de Soria plantea una solución similar a la del Museo de Arte Visigodo pero con formas curvas. Esta propuesta presenta una construcción organizada en diez módulos semiesféricos cuyas cubiertas rebasan la altura de los árboles y se abren a la altura del suelo. Estos múltiples bloques agrupan cinco áreas diferentes: hotelera, expositiva, encuentros y seminarios, operativa y de trabajo, y energía e instalaciones. El proyecto Big Bang acoge la creación de un espacio acotado, delimitado por fachadas de madera: la Plaza de la Energía. La superficie total edificable abarca 26.000 metros cuadrados, si bien la ocupación en planta es de 6.500 metros cuadrados. El proyecto fue creado de acuerdo a criterios de tecnología medioambiental, utilización de materiales limpios, renovables y reciclables, y optimización de los procesos de construcción y mantenimiento.
Por la calidad y originalidad de sus propuestas, el trabajo de Mansilla y Tuñón obtuvo diversos reconocimientos nacionales e internacionales como: el premio FAD que se les otorgó en tres ediciones (2001, 2007 y 2011), el Aplus en 2011, el premio AD Architectural Digest (2009), el Mies van der Rohe (2007), el Saloni (2007), el VIA (2006), premio nacional de arquitectura (2003), el COACV (2000), Excellent Work Award (2000), Primer premio de la bienal de arquitectura iberoamericana (1998), el de Fundación CEOE (1997) y el galardón Arquitecti (1996).
Otra de las obras importantes en la carrera de Mansilla y Tuñón fue la docencia, ya que durante varios años han sido profesores en importantes instituciones universitarias como: la Escuela Internacional de Arquitectura de Barcelona, la Escuela de Arquitectura de Puerto Rico, la Ecole Polytechnique Federale de Lausanae y la Städelschule de Fráncfort y en España impartieron másteres en la Escuela internacional de arquitectura de Barcelona, en la Fundación de arquitectura San Pablo CEU, y las escuela de Arquitectura de Barcelona y Navarra.
Sin duda, su obra que realizaran en colaboración Mansilla y Tuñón, es un reflejo de constancia y amor por la profesión de la arquitectura, pero sobre todo por la sociedad y por la vida misma.
”De cada proyecto nos llevamos ideas, obsesiones, que metemos en la mochila y que ya no nos abandonan. Al final, todo eso va de transformaciones. La vida es transformación y nosotros sólo queremos que la arquitectura no la detenga”
Luis Moreno Mansilla (1959-2012)