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Casa entre el mar y una montaña

Diseñada por el arquitecto peruano Luis Longhi, esta residencia, ubicada en el distrito de Pucusana, en Lima, logra una integración entre lo natural de las montañas y la estructura arquitectónica.
Casa entre el mar y una montaña Siempre que escuchamos de Perú normalmente viene a nuestra mente las famosas ruinas de Machu Picchu, que significa montaña vieja, las cuales atraen a mucha gente de todo el mundo debido a que es una de las nuevas siete maravillas.






Además de ese destino turístico, lo más importante es la capital, Lima, la cual se considera como centro de negocios y de vivienda de alta densidad dentro del territorio.

Hay casi 40 distritos por todo el país, pero hay un sitio al oeste pegado al mar que se llama Pucusana, donde se encuentra la Casa Verónica.

Pucusana es un pequeño poblado pesquero que tiene una historia corta de pescadores que arribaron en 1910. Desde ese tiempo, se ha fundado un sitio tranquilo que, con el paso de los años, se ha convertido en un sitio de recreo playero.

Desde los 70 a la fecha se construyó una variedad de casas de playa que logran verse desde la bahía. No hay un estilo definido en cuanto a su arquitectura, ya que se pueden ver diferentes tipos.

Y ahora es el momento de hablar de una de las casas que más sobresalen, la cual fue diseñada por el arquitecto Luis Longhi.

Hay que mencionar que el creador es uno de los mejores de Perú; es un personaje de la arquitectura que hizo estudios y experiencia en Estados Unidos y la India.






Después de casi 20 años fuera de su país, regresó a realizar diversas obras, principalmente residencias.

La Casa Verónica se encuentra enclavada en una de las muchas montañas del lugar, su diseño tuvo que plantearse a la par de la orografía del terreno, lo cual dio como resultado un concepto más horizontal que vertical.

Al revisar las plantas, se aprecia cómo la casa se inserta en las rocas de la montaña, respetando hasta donde es posible las características del sitio y dejando aparentes las formaciones para dar relieve a los espacios interiores, logrando un espacio tectónico muy interesante.

Uno de los elementos que llaman la atención es la alberca, la cual tiene 40 metros de longitud, casi los que se tiene de fachada.
Algunas de estas formaciones se aprovecharon para crear nichos y proporcionar sorpresas en los recorridos a lo largo y ancho de la vivienda.

La primera impresión que se llevan los visitantes al llegar al sitio, es una extensa barda de piedras rojizas y negras, con un relieve escultórico en referencia a las olas del mar, así como elementos circulares que se repetirán dentro, tanto en plafones y en detalles en muros.

Por encima de la barda rústica se eleva la gran fachada con bacones en diagonal y grandes superficies de vidrio.

La alberca es la que da la bienvenida, por lo que se hace acompañar de una terraza que cuenta con sala, comedor y cocina. Se dejó un gran ventanal corrido en ese tramo para disfrutar de la increíble vista de la bahía.






El segundo y el tercer nivel son las áreas privadas, las cuales también se vuelcan hacia la fachada principal donde se encuentra la vista.

El segundo nivel sirve como una transición, ya que alberga una zona de estudio muy peculiar.

Lo interesante de ese espacio es que, si uno se coloca desde la planta baja y se mira hasta arriba, se puede ver otra escultura en el cielo, pues el remate es un gran ojo o círculo luminoso.

Estos ojos o círculos, por así decirlo, aparecen como detalles por toda la casa, desde la puerta del garaje, la cocina, los pasillos, las ventanas y la decoración.

Otro espacio que destaca dentro de la casa es la escalera, pues su diseño trata de sumergirse de alguna manera en la propia montaña. Por lo que las mezclas de granito y piedra del lugar hacen de ese espacio, algo tectónico y rupestre.

El arquitecto quiso que se fundiera el proyecto con la naturaleza del lugar, dando paso a una escultura, más que a un elemento funcional. Y por ser una casa de playa, tratar de utilizar los menos objetos y artículos decorativos posibles.






En Casa Verónica se mezclan formas geométricas opuestas, o incluso texturas, entre líneas blancas y redondas o bloques grises oscuros y fuertes, buscando el equilibrio entre las paredes lisas modernas y las piedras ásperas intactas.

El resultado es una casa sorprendente, llena de creatividad y cierto aire barroco que, aunque quizá no agrade mucho, no deja a nadie indiferente.




















Proyecto: Casa Verónica
Arquitectos: Longhi Architects
Área construida: 650 m²
Ubicación: Pucusana, Perú
Año: 2013

Longhi Architects

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