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La arquitectura puede hacer feliz a la gente: Richard Rogers

El Hay Festival en la ciudad española de Segovia, tuvo como invitado al arquitecto británico Richard Rogers, ganador del premio Pritzker en 2007.
La arquitectura puede hacer feliz a la gente: Richard Rogers Entre sus obras más emblemáticas destaca el Centro Georges Pompidou, construido entre 1971 y 1977 en el corazón de París, y que además de escandalizar por su arriesgada propuesta posmoderna high-tech puso en el mapa de la arquitectura a Richard Rogers y a su socio Renzo Piano, en ese entonces dos desconocidos.



Concebido como un lugar abierto, para todas las personas, de todas las edades, razas y credos, si hoy se convocara a un nuevo concurso, esta propuesta quizá no ganaría al no garantizar la seguridad de los visitantes en la época del terrorismo y sus ataques.

Durante la charla del arquitecto con los asistentes al Hay Festival, ofrecemos un extracto de la versión digital a cargo de Hay Festival:

Se contempla que hacia el año 2050, el 70% de la población vivirá en ciudades.

¿Qué hacer para que estos entornos resulten más vivibles?

“La gente va a las ciudades para trabajar y para encontrar a otras personas, por el placer de estar con otra gente. Y cada vez van a ser más poderosas, porque cada vez más personas se trasladan a las ciudades, así que éstas cada vez se harán más grandes”.

En su opinión, para lograr que las ciudades tengan una dimensión humana, “no se trata tanto de dejar de construir rascacielos, de edificar hacia arriba, sino que la clave está en los espacios públicos y la relación entre los edificios. Espacios públicos que permitan el encuentro sosegado entre las personas, que la gente no se tenga que sentar a hablar en los escalones de su casa porque no dispone otro lugar para hacerlo, que creen plazas, que se hagan parques, que se planten árboles”.

“Yo creo que cada persona debería tener derecho a ver un árbol desde su casa”.

Otro desafío para las grandes ciudades es la desigualdad: “el 10% de la población tiene tanta riqueza como el 90% restante. Eso en las ciudades se manifiesta en un puñado de personas que vive en barrios elegantes, en condiciones de lujo absoluto, mientras crecen las barriadas pobres. Eso es algo inadmisible con lo que tenemos que acabar, debemos conseguir más igualdad”.

“El segundo gran problema de las ciudades es el cambio climático. Las ciudades, al ser cada vez más grandes, van a necesitar cada vez más energía, y debemos encontrar un modo de producirla que sea lo más respetuoso posible con el medio ambiente, porque el cambio climático es una amenaza muy grave”.

“En ese sentido, yo apuesto por la energía solar, que creo que en los próximos años tendrá un gran desarrollo. Es una energía limpia, es la respuesta”.

Otro aspecto que desafía la viabilidad de las grandes ciudades en el transporte: “En ciudades como Copenhague o Ámsterdam, el 50% de la gente ya va a trabajar en bicicleta o caminando. Eso es fantástico, pero también tenemos que dotar a las ciudades de una buena red de metro y de tranvías”.

Los arquitectos se han convertido en los últimos años en superestrellas… ¿se siente cómodo con ese estatus?

“Odio la palabra estrella, tanto como odio la palabra high-tech. A lo largo de la historia lo que ha habido es grandes arquitectos cuyo trabajo ha sido objeto de reconocimiento. Yo nací en Florencia, una ciudad en la que trabajaron grandes arquitectos. Hay y ha habido buenos y malos arquitectos, como ocurre en cualquier profesión. Y no me parece mal que se reconozca a los buenos profesionales”.

“Si de lo que se trata es de dar un hogar al 25% de la población mundial que no tiene casa, creo que el construir viviendas provisionales está plenamente justificado, creo que es más importante darle un techo ya mismo a esa gente que el que lo que construyas vaya a quedar para la historia y la posteridad. Creo que los edificios se deben de construir bien, sean lo que sean, independientemente de si se levantan pensando en durar en el tiempo o si son temporales, incluso si se trata de una tienda de campaña tiene que estar bien hecha, como lo tiene que estar el edificio de un ayuntamiento”.

¿La arquitectura puede hacer feliz a la gente?

“Estoy convencido de ello, la arquitectura puede hacer feliz a la gente. Yo ahora mismo me siento muy feliz hablando aquí con usted en esta bonita esquina, junto a un árbol, sentados en este agradable banco, en esta magnífica ciudad. Eso es algo que me hace feliz”.

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