La muerte de los edificios brutalistas retratada por un arquitecto
La arquitectura brutalista corre el riesgo de desaparecer para siempre; un arquitecto de Boston critica la destrucción y la pasividad de la sociedad ante la destrucción de este patrimonio.
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Chris Grimley es un arquitecto de Boston que ha sido testigo de la destrucción de los edificios brutalistas, aquella tendencia que imperó desde finales de los años 50 y hasta bien entrados los 70.
Estos edificios, que alguna fueron alabados, hoy yacen en el olvido o son derrumbados para dar paso a nuevos proyectos.
(Un clásico de la
arquitectura brutalista:
Biblioteca Geisel en San Diego California por
William L. Pereira [3])
(Detalle del
Ayuntamiento de Boston obra de
Kallmann McKinnell y Knowles [2])
Para Grimley la arquitectura moderna de Estados Unidos se dividió en dos: cajas de vidrio y acero (casi siempre corporativos) bajo la influencia de
Mies van der Rohe, o los llamados edificios de concreto brutalistas (muchos de ellos de carácter cívico) que fueron influenciados por el trabajo
Le Corbusier.
Al parecer, las cajas de vidrio pasaron más fácilmente la prueba del tiempo y la aceptación del público. Los otros, los edificios brutalistas no corren con mejor suerte.
Según Grimley, al menos en Estados Unidos el Ayuntamiento de Boston; la
Tercera Iglesia de Cristo, así como obras de
Paul Rudolph,
Marcel Breuer y
Eero Saarinen corren el riesgo de ser demolidos.
Al parecer la etiqueta brutalista les ha hecho mucho daño. De acuerdo con Grimley, el nombre se ha convertido en un peyorativo que indica que estos edificios fueron diseñados con malas intenciones.
El crítico Reyner Banham señaló que detrás del brutalismo había una ética que pretendía revelar las realidades desordenadas de los sistemas de construcción, y “forjar una nueva honestidad sobre la arquitectura y su papel dentro del ámbito social y urbano más amplio de la posguerra”.
El concreto, material insignia del brutalismo, se usó para crear formas dramáticas más singulares que genéricas, esculpidas y pesadas en lugar de delgadas y ligeras y, con frecuencia, cívicas e institucionales más que corporativas.
(La Tercera Iglesia de Cristo obra de
Araldo Cossutta [4])
Cuando se construyeron, estos edificios, sobre todo públicos, con un carácter de permanencia, hasta cierto punto de eternidad, “fueron llamados auténticos, nobles, dignos”.
Si alguna vez se consideraron monumentales y simbólicos, ahora se ven como burocráticos y aplastantes.
En cierto sentido, la arquitectura brutalista refleja valores contrarios a lo contemporáneo, donde se impone un pensamiento más y más corporativo, más individualista y menos colectivo.
La gentrificación, por ejemplo, inicia con la demolición de bloques enteros, a veces de viviendas colectivas, para instalar nuevas viviendas, más caras y exclusivas, basadas en una idea comercial.
En su libro Ciclos de construcción (5), el economista urbano Richard Barras dice que la edad promedio de un edificio que se demolía en la década de 1950 era de 111 años; a principios de la década del 2000, la edad se redujo a 60 años.
Esta tendencia revela que. Así como desechamos teléfonos inteligentes y computadoras, los edificios se están volviendo cada vez más prescindibles, por lo que un edificio de concreto, y brutalista, se convierte en un objetivo primario: no puede ni debe durar demasiado, porque afecta la economía, y porque su monumentalidad refleja valores estáticos, permanentes, atemporales.
“Brutal Destruction” (7) fue una exposición que se presentó en la galería Pinkcomma de Boston. Curada por Chris Grimley, las fotos mostraban la “monstruosidad moderna”, como se llama a los edificios brutalistas y que también describió la arquitectura victoriana, los edificios del Segundo Imperio francés y muchos otros estilos vistos como obsoletos.
(Demolición del
Teatro Mecánico en Baltimore, USA obra de
John M. Johansen )
“Nos atrapan las nociones de lo que se considera bello”, dice Grimley. "Cuando se permite que las cosas se consideren hermosas otra vez, a menudo es demasiado tarde".
Para Grimley, "independientemente de su estatura, hay mucha energía incorporada en la producción de estos edificios, y derribarlos, sin pensar en su potencial de reinvención o renovación, es un acto miope".
Referencias:
1 - (CC BY-NC 2.0). (2013, 21 octubre). Imágen principal: Brutal. Recuperado 7 de junio de 2020, de flickr.com/photos/lulek/10418218723
2 - See-ming Lee, & CC BY-SA 2.0). (2010, 24 abril). Boston City Hall [Fotografía]. Recuperado de flickr.com/photos/seeminglee/4564551036
3 - Lulko, M., & (CC BY-NC 2.0). (2016, 29 mayo). Geisel Library [Fotografía]. Recuperado de flickr.com/photos/lulek/29522400465
4 - MBisanz , & (CC BY-SA 3.0). (2009, 28 septiembre). 3rd Church of Christ [Fotografía]. Recuperado de upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/1/11/3rd_Church_of_Christ_-_Christian_Science_Church_by_Matthew_Bisanz2.JPG
5 - Barras, R. (2009). Building Cycles. Hoboken, NJ, Estados Unidos: Wiley.
6 - Budds, D. (2018, 24 agosto). The Real Story Behind Brutalism. Recuperado 7 de junio de 2020, 7 - Brutal Destruction. (2018, 16 octubre). Recuperado 7 de junio de 2020, de pinkcomma.com/brutal-destruction
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