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Zombi apocalíptico al estilo Diego Nishimura

¿Te imaginas vivir una invasión al estilo Marvel Zombies, pero en la vida real? El arquitecto Diego Nishimura creó este espacio de dos mil quinientos metros cuadrados donde tú y tus amigos, armados con municiones de polímeros, deben sobrevivir el ataque de 30 muertos vivientes en carne y hueso. ¿Tienes lo necesario para ser el héroe, o acabarás como parte de la horda?
Zombi apocalíptico al estilo Diego Nishimura Gracias a su fascinación por los juegos de video y películas con temas de zombis, el arquitecto mexicano Diego Nishimura creó el concepto The Outbreak México, experiencia que aparenta ser un escenario postapocalíptico en el cual el mundo es amenazado por una pandemia un tanto inexplicable, cuyo origen ficticio data de mediados de julio de 2012, y que durante varios años ofreció la oportunidad de vivirla en carne propia. El espacio ubicado en la calle San Andrés Atoto número 50, colonia El Conde, Naucalpan, Estado de México, abarca dos mil 500 metros cuadrados. Ahí está la acción.

Diego siempre quiso jugar en la vida real algo parecido a la película 28 días después y El amanecer de los muertos vivientes. Una vez que Nishimura se dio cuenta de que no existía en el mundo alguna experiencia similar, decidió crearla, así que buscó talentos adicionales para que le brindaran apoyo como el diseñador industrial Annwar Gil, quien se unió al proyecto para aterrizarlo sin tener que depender de proveedores externos.



El objetivo del juego era cumplir con la misión de búsqueda y rescate del doctor Jorge Mena, quien se encontraba dentro de un laboratorio de un hospital militar en cuarentena y bajo observación, investigando las causas y soluciones de un virus cuya mutación era sorprendente y había matado ya a seis mineros infectados, aparentemente, en una sesión de trabajo 72 horas antes. Durante la pesquisa, el experto observa las fotos y muestras de las personas fallecidas, que presentaban piel pálida, sangrado de ojos, fosas nasales y boca, manchas negras en las extremidades del cuerpo parecidas a moretones, pero de una consistencia gelatinosa.


El juego estaba diseñado para 10 personas por equipo; sin embargo, si se llegaba en pareja era posible integrarse a uno. A cada participante se le otorgaba un equipo semejante al de los estadounidenses SWAT: armas, municiones de polímero de .20 gramos y 6 mm de espesor, así como pistas para concluir la misión de recorrer el laboratorio con el fin de rescatar a los sobrevivientes y, sobre todo, sobrevivir a los 30 zombis.

La escenografía fue tomada de laboratorios reales. Como arquitecto, Nishimura ya había realizado algunos y conocía su distribución básica; cuenta que lo más complicado de hacer fueron las máscaras de los zombis, pero la experiencia les ha permitido entender más y la tecnología juega un papel importante en la evolución del juego. El staff son personas reales, muchos de ellos actores de profesión, que fueron sometidos a un reclutamiento de forma confidencial y elegidos con base en sus características físicas y perfiles psicológicos adecuados.

La experiencia era permanente, tenía un costo de 396 pesos por persona y los paquetes se armaban y publicaban cada mes; el juego normal era para mayores de edad que no padecieran de enfermedades cardíacas o epilepsia, aunque también hubo eventos especiales para menores a partir de los 15 años.

Ya que detrás de cada personificación de zombi hay una persona real, queda prohibido el contacto físico entre los jugadores, y el único medio de defensa es el arma asignada, una réplica de una auténtica Airsoft.

El recorrido tienía una duración de dos horas divididas en dos partes, la primera en una plática introductoria sobre seguridad y entrenamiento con el arma; y la segunda, sobre el equipamiento y el juego. Estaba abierto de jueves a domingo, de 10 de la mañana a 7 de la noche, y las personas en silla de ruedas eran bienvenidas siempre y cuando cumplieran con los requisitos de mayoría de edad y salud.

Ningún participante está exento de “morir”, pero tampoco de convertirse en el héroe de la aventura.

“The Outbreak es imperdible, porque fue una experiencia única en su nivel de inmersión. En ningún otro lugar se había ofrecido equipamiento e instalaciones como las nuestras”, opina Nishimura.

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