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La casa del árbol de Lina Bo Bardi

La Casa de Vidrio se considera una obra única dentro de la producción de una de la arquitecta italo-brasileña.
La casa del árbol de Lina Bo Bardi A Lina Bo Bardi se le considera la única arquitecta brutalista del mundo, gracias a sus proyectos en Brasil.

Pero en su casa actuó de un modo distinto.




Casa de Vidrio, como se conoce a su vivienda, fue construida en 1951 en lo que entonces era la Mata Atlántica, la selva tropical original que rodea Sao Paulo.

Levantada sobre pilotis, la casa permite que la vegetación pase por debajo, no sólo alrededor.




Bo Bardi levantó la casa en pilotis para permitir que el paisaje fluyera no sólo alrededor de la casa sino también debajo.

En 1946, aún en su natal Italia, Bo Bardi se casó con el crítico de arte Pietro Maria Bardi. Tras viajar a Sudamérica, decidieron establecerse en Brasil, precisamente en Sao Paulo.




Ahí compraron un terreno de 7,000 metros cuadrados para construir su futura casa: Casa de Vidro, el primer trabajo de Bo Bardi en Brasil.

Suspendida sobre un mar verde, el edificio se asemeja a una casa de árbol de estilo internacional.




Un camino sinuoso lleva a una escalera de metal que conecta con una gran estancia, de planta libre, que mira hacia la selva.

Para la estructura, Bo Bardi optó por los pilotis entre dos losas de concreto, como hiciera Le Corbusier en sus primeros proyectos.





La influencia de Mies también se siente en la casa, gracias a las vidrieras de piso a techo.

Gracias a que las columnas son muy delgadas, éstas apenas se sienten en la gran estancia.




Las paredes de cristal de esta vivienda evocan la transparencia de la Casa Farnsworth, de Ludwig Mies van der Rohe, y la Casa de Cristal de Philip Johnson, que se completaron casi al mismo tiempo.

La casa, construida en la cima de una colina inclinada, se organiza en torno a dos patios, uno de ellos irrumpe en la estancia, aunque no está a su mimo nivel, pues viene desde abajo; es una especie de patio “falso”.




El otro es menos ornamental y actúa como separador de los espacios más íntimos, menos públicos.

Mientras que la parte delantera de la casa es transparente y volada, las habitaciones y el ala de servicio en la parte trasera están firmemente arraigadas a la colina, sostenidas por gruesos muros de carga.




En el interior, Bo Bardi logró diferenciar las partes, pues el pequeño jardín como la escalera dividen el espacio de la sala de estar, de modo que el área de comedor en un extremo y la biblioteca en el otro tienen un cierto aislamiento.

La cocina sirve como puente entre los espacios principales y los cuartos de los sirvientes; la cocina da al bosque, separada del largo patio por un muro ciego.




La cocina contaba con aditamentos modernos: un basurero, máquinas de planchar, mesas plegables y tablas de planchar plegables.

Se trata de una adecuación de los postulados racionales del Movimiento Moderno en una vivienda en medio de una selva; la dicotomía no sólo es de ideología sino de acción.



En la Casa de Vidrio de Lina Bo Bardi conviven los contrarios: la selva y los materiales industrializados, lo pesado y lo ligero, lo suave y lo rugoso.

De hecho, llaman la atención que los techos son de dos aguas, con inclinaciones ligeras pero necesarias para que escurra el agua de lluvia.

Dentro de su aparente racionalismo, la casa respeta el medio ambiente, los colores brasileños y demuestra la sensibilidad de Bo Bardi, una extranjera que hizo suyo el paisaje de Brasil, su nueva patria.

Fotografías
1,3,6,9,10,11 Cortesía Arquilove
2,4,11 Usuario Flickr mishmoshimoshi bajo Creative Commons
5,12 Usuario Flickr caio mirelles
7,13,14 Usuario Flickr maíra martinez
8 Usuario Flickr Claudio Zeiger

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