Una arquitectura que se adelantó a su tiempo. La obra del arquitecto Brasileño Oscar Niemeyer.

Aunque desde muy joven el arquitecto Niemeyer proclamaba en sus obras la tendencia internacional, la esencia de los planteamientos que desarrollara en la década de los cincuenta del siglo pasado, exponía también la necesidad de crear una arquitectura propia, con una marcada identidad local que si bien respondía a las necesidades de su tiempo también dejaba ver una estética que miraba hacia el futuro.

Si bien la influencia de Le Corbusier, el padre de la arquitectura moderna, fue crucial para la formación e incluso para las creaciones que hasta el día de hoy ha realizado Oscar Niemeyer –no hay que olvidar que con Le Corbusier diseñó la sede de las Naciones Unidas en la ciudad de Nueva York- la postura del arquitecto brasileño fue siempre muy clara: crear obras sorprendentes y lúdicas mediante soluciones en las que el juego de trazos y volúmenes rompe con el rigor del estilo internacional, caracterizado por sus duros trazos rectos y elementos sobrios y neutros.

Es importante mencionar que en Minas Gerais estas ideas alcanzaron su proyección definitiva, en un conjunto de construcciones realizado en el año de 1943 en torno al lago de Pampulha, en Belo Horizonte. Creando edificaciones en concreto armado, Niemeyer obtuvo impactantes e innovadores efectos plásticos, más próximos al barroco brasileño que a la arquitectura de estilo internacional. Un ejemplo es la iglesia de de San Francisco de Asís. De hecho, a esa obra se le considera la primera creación enteramente libre de la arquitectura moderna brasileña.

Iglesia de San Francisco de Asís. Oscar Niemeyer


Es innegable que en la arquitectura de Oscar Niemeyer hay una visión moderna, que no se encuentra necesariamente en el ámbito formal sino en el hecho constructivo y en el uso de los materiales que hablan por sí mismos, que dejan ver sus cualidades y que no necesitan de ornamentos sino de los propios recursos arquitectónicos para generar estructuras lúdicas e incluso atrevidas. Esta manera de resolver la arquitectura fue también decisiva para conformar un lenguaje que se adelantó a su tiempo, para confirmarlo sólo es necesario echar un vistazo a los planteamientos y soluciones que en la actualidad se están llevando a cabo alrededor del mundo.

Catedral de Brasilia. Oscar Niemeyer.


En la producción del arquitecto Niemeyer están contenidos muchos de los conceptos y soluciones que están dando forma a la arquitectura del nuevo milenio, preocupada por la conformación de geografías arquitectónicas, por un lúdico encuentro de formas, por la ligereza y la síntesis pero sobre todo, la estimulación de la imaginación.

La visión futurista de Niemeyer se debe en gran medida a la gran sensibilidad que desde muy joven ha tenido con respecto al uso del lenguaje arquitectónico, lenguaje con el que a lo largo de su carrera ha conformado espacios de una poética extraordinaria, caracterizada principalmente por el juego de elementos ondulantes y una gran libertad formal.

Museo del Ojo. Curritibia, Brasil. Oscar Niemeyer.


Con el trabajo de Oscar Niemeyer hay un antes y un después en la arquitectura sudamericana y en buena medida también en la arquitectura latinoamericana, ya que su trabajo, al igual que sucedió en México con la arquitectura de Luis Barragán, Niemeyer desarrolla un lenguaje propio, que si bien es derivado de las arquitecturas locales, deja atrás los folklorismos para dar paso a innovadoras soluciones arquitectónicas adecuadas a la vida contemporánea.

Por sus cualidades formales y constructivas, es innegable que la producción arquitectónica que realizara Oscar Niemeyer a lo largo de la década de los cincuenta se adelantó a su tiempo ya que logró configurar un lenguaje que desde hace más de medio siglo ha marcado las pautas de la estética tanto de de la arquitectura latinoamericana como la arquitectura internacional, mediante la presencia ágil de la línea curva, de los elementos transparentes, la utilización de ligerísimos volados, el uso de elementos arquitectónicos para enfatizar las cualidades del contexto, entre otras muchas soluciones que caracterizan la producción arquitectónica del siglo XXI.

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