Enfatizar la belleza de lo antiguo a partir del lenguaje contemporáneo. Renovación del Convento de San Francisco en Santpedor, Cataluña.
La arquitectura además de servir como morada del hombre es también una memoria colectiva que en sus formas refleja la cultura y la historia de un lugar.
Para que las generaciones más jóvenes conozcan y entiendan los distintos fenómenos culturales y procesos históricos y sociales acontecidos en épocas pasadas, es preciso e ineludible conservar la arquitectura, tanto aquella más pequeña destinada a la vivienda como las grandes obras públicas.
La conservación del patrimonio arquitectónico, no es una tarea fácil sobre todo si consideramos que las sociedades no son conjuntos estáticos pues están siempre en constante transformación. Perpetuar las funciones de la arquitectura hasta la eternidad es imposible, no así sus cualidades formales.
En este sentido es necesario cuestionarse ¿Cómo adaptar las antiguas edificaciones a las exigencias de la vida cotidiana? Evidentemente la conservación a ultranza de la arquitectura no es la solución por lo cual es necesario idear soluciones flexibles que busquen y promuevan el diálogo entre épocas distintas.
La adaptación de la arquitectura de épocas pasadas a las necesidades de la vida contemporánea más que un problema supone una nueva mirada que permita enriquecer e incluso de experimentar un nueva forma de producción arquitectónica. De esta manera, aquellos espacios que han perdido su actividad original y han quedado obsoletos pueden renovarse y establecer un diálogo que a la vez que hable del pasado refleje la manera de habitar e incluso la estética del presente.
La conservación del patrimonio arquitectónico a partir de proyectos de transformación de usos es un trabajo frecuente que si bien supone algunas restricciones, no deja de ser un terreno en el que pueden explorarse innovadoras soluciones, sobre todo cuando los arquitectos entremezclan el lenguaje antiguo con el contemporáneo. Un interesante ejemplo es el proyecto de renovación del convento Sant Francisco, realizado por el arquitecto David Closes.
El convento Sant Francesc, ubicado en el pequeño pueblo
Santpedor, en Barcelona, fue construido a principios del siglo XVIII por sacerdotes franciscanos. En el año 1835 el convento fue abandonado y como ha sucedido con muchas otras obras antiguas, empezó un proceso de deterioro que en el año 2000 tuvo como consecuencia la demolición parcial del edificio, dejando únicamente el cascarón de la iglesia.
En este caso la transformación de funciones del edificio fue radical, pues de iglesia el edificio se convirtió en un foro cultural multifunciones.
A pesar del deterioro de la iglesia, su estructura portante, de piedra reforzada con elementos de tabiques, era bastante sólida por lo cual ésta fue mínimamente intervenida. No fue así con las bóvedas de la cubierta que se encontraron muy deterioradas e incluso colapsadas, por lo cual en algunas zonas fue necesario rehacerlas con concreto de acabado aparente y estriado, material que por sus cualidades pétreas se integra muy bien con la arquitectura original.
Una de las características más interesantes de este proyecto de renovación es que el arquitecto David Closes decidió conservar la imagen “ruinosa” del edificio, dejando expuestos los muros de piedra con todo y el desgaste generado por el paso del tiempo, de hecho, prácticamente toda la piedra que conforma los muros y columnas se dejó intacta.
El arquitecto aprovechó la rugosidad de la estructura para jugar con las texturas y colores de los materiales creando algunos nuevos elementos arquitectónicos con materiales como: concreto, madera, acero y cristal.
El resultado final de esta renovación permite leer las “heridas históricas” y los valores espaciales originales de este edificio sin renunciar por ello a la utilización de un lenguaje contemporáneo, determinado a partir de los nuevos elementos arquitectónicos en los que predominan los trazos rectos generando así un interesante juego de contrastes.
Los volúmenes necesarios para las nuevas funciones del edificio (salas de servicios de acceso vertical) se ubicaron en el interior y el exterior del edificio con el objetivo de preservar el espacio unitario de la nave de la iglesia.
Las nuevas entradas se resolvieron de tal forma que permitieran entender el edificio original como un gran bloque que a la vez tuviera la posibilidad de generar vistas diversas y únicas. La intervención estaba destinada a preservar el legado histórico del edificio mientras que la adición de nuevos elementos proponen un lenguaje contemporáneo que a la vez que se integra, renueva la imagen de la iglesia del antiguo convento de San Francisco.
Biografía: David Closes y Núñez
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