El edificio que destruyó el Espacio Escultórico de la UNAM
La construcción de un edificio en Ciudad Universitaria provocó una fuerte controversia al haber afectado las visuales del Espacio Escultórico para siempre.
Visitar el campus central de Ciudad Universitaria es una grata experiencia, pues permite contemplar uno de los proyectos mejor logrados de la arquitectura mexicana.
A pesar de sus diferencias, cada edificio cumple con una labor para dar forma a esa gran plaza central alrededor de la cual se desarrollan los edificios de cada facultad.
Acorde al espíritu universitario, el 23 de abril 1979 se inauguró otra área fundamental en Ciudad Universitaria: el
Espacio Escultórico.
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Un paseo enlaza 6 esculturas geométricas: “Las Serpientes del Pedregal y Ocho Conejos”, de Federico Silva; “Ave Dos”, de Hersúa; “Cóatl”, de Helen Escobedo; “Cólotl” de Sebastián, “Corona del Pedregal”, de
Mathias Goeritz y “Variante de la Llave de Kepler”, de Manuel Felguérez.
La idea se debe al escultor Federico Silva, quien imaginó que una de las zonas de reserva ecológica de la universidad podría servir como telón de fondo para construir una serie de esculturas en un entorno natural.
La pieza central del Espacio Escultórico es una plataforma que aprovecha la piedra volcánica producto de las erupciones del volcán Xitle.
Con un diámetro exterior de 120 metros, una serie de módulos rectangulares de 9 x 3 metros y una altura de 4 metros crean un interesante contraste entre las formas sinuosas de la piedra y la rectitud de los módulos y sus formas parecidas a las pirámides prehispánicas.
Al estar dentro de esta área, sólo rodeado por la vegetación del Pedregal, en días claros y sin contaminación era posible observar los cerros del valle de la ciudad de México.
Por desgracia, un edificio de reciente construcción alteró las vistas desde el espacio escultórico, afectando su calidad y sobre todo destruyendo el entorno armónico.
El Edificio H de la Facultad de Ciencia Políticas y Sociales de la UNAM se ubica en el Circuito Mario de la Cueva número 15.
Obra del arquitecto Raúl Kobeh, quien curiosamente participó en el plan maestro del Espacio Escultórico, el Edificio H pronto cobró relevancia cuando, conforme se iba construyendo, quedó claro que interferiría con las visuales desde la plataforma circular.
En febrero de 2016, ya inaugurado, la silueta del edificio era visible desde el Espacio Escultórico, por lo que de inmediato artistas, investigadores y académicos exigieron al rector de UNAM, José Narro Robles, su intervención para solucionar la grave afectación.
Mediante una carta, figuras como
Teodoro González de León, Eduardo Abaroa (artista plástico), Francis Alÿs (artista),
Tatiana Bilbao, e incluso, Yoko Ono firmaron el mensaje.
Para Teodoro González de León, “no hay escapatoria, hay que demoler el edificio”.
Se habló de un monto de 30 millones de pesos para la demolición de los pisos que afectaban el Espacio Escultórico, pero meses después, en julio, la comisión designada por la UNAM para analizar el caso
“El proyecto y construcción del edificio H se realizaron respetando la normatividad internacional y la normativa universitaria, por lo que se decide no considerar su demolición parcial o total y que cualquier acción (en torno a éste) deberá ser reversible, no permanente y no invasiva”.
Lo que llama la atención es que las propis autoridades no hayan tenido cuidado con el edificio H.
Vale la pena recordar que cuando la Línea 1 del Metrobús se extendió para que la UNAM contara con una estación. La Facultad de Arquitectura se encargó del proyecto, por lo que pasaron varios meses hasta que el proyecto se concreto según las condiciones de la propia UNAM.
En este caso, parece no haber ningún responsable, a pesar de que la UNAM suele ser muy celosa con el cuidado de sus instalaciones.
Sólo queda esperar a que el Espacio Escultórico sea restaurado, que mucha falta le hace, y que no vuelvan a construirse más edificio como el H.
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