El estadio olímpico que Zaha Hadid no pudo construir
La crítica fue muy agresiva contra Zaha Hadid por la magnitud del que sería el estadio olímpico de Tokio 2020.
A lo largo de su carrera, los arquitectos ven frustrados sus planes de llevar a cabo un proyecto determinado, ya sea por cuestiones económicas o políticas.
Zaha Hadid no fue la excepción, pues su carrera, desde sus inicios, se vio salpicada por la incomprensión hacia algunos de sus proyectos que se quedaron en papel
Tal es el caso del Estadio Olímpico de
Tokio, que terminó archivado por la presión de los mejores arquitectos japoneses.
Todo comenzó cuando los planes del nuevo
estadio de
Japón para los Juegos Olímpicos de 2020 se sometieron a revisión una vez que se consideró que el costo estimado era “un derroche” de recursos, y demasiado grande para el sitio donde se construiría.
El diseño del estadio tipo nave espacial fue considerado como poco armónico con el paisaje urbano circundante.
Por ello, el Consejo Deportivo de Japón presentó una nueva propuesta de diseño que reducía el tamaño del estadio en más de un 20 por ciento y los costos de unos 300 mil millones de yenes (1.76 mil millones de euros), más del doble del estimado original de la oferta, a aproximadamente 162 mil millones de yenes.
Edward Suzuki, arquitecto japonés, inició una campaña en contra de la construcción de la nueva edificación en el centro de Tokio,
"Nunca me había sentido tan emocional con ningún tipo de arquitectura hasta ahora", dijo Suzuki un día antes del evento de despedida actual del
Estadio Nacional antes de su demolición.
"Pero está sucediendo en mi jardín, en nuestro jardín... No podemos permitir que ocurra”.
El Estadio Nacional fue construido para los primeros Juegos Olímpicos de Verano de Tokio, en 1964. El nuevo estadio, que tendrá 80,000 asientos, de los 54,000 actuales, se completará a tiempo para la Copa Mundial de Rugby en 2019.
La nueva propuesta redujo el espacio total del estadio a aproximadamente 222,600 metros cuadrados, incluidos los espacios como el terreno de juego, desde 290,000 metros cuadrados, principalmente por áreas reducidas utilizadas para cosas como instalaciones de medios y salas de exhibición.
La altura del estadio en su punto más alto se redujo de 75 metros a 70 metros, pero para Suzuki seguía siendo demasiado alto para el área circundante, que incluye una larga avenida de árboles y el santuario Meiji, una notable atracción turística.
"Es tan abrumador, no es una escala humana. Reemplazará a todos los árboles que alguna vez estuvieron allí ", dijo Suzuki. "Era un parque. Ahora va a ser un objeto muy hecho por el hombre que no es realmente hermoso de ver".
Suzuki argumentó que el estadio existente debería ser remodelado para expandir la capacidad de asientos. Las extensiones podrían eliminarse una vez que los Juegos terminen y el estadio sea demolido en ese momento.
"Estamos pagando nuestros impuestos y gastando nuestros ahorros para la próxima generación", dijo Suzuki. "Estoy seguro de que van a estar atrapados con esta deuda y esta instalación no sostenible, nos van a culpar cuando estamos en nuestras tumbas".
Para colmo de males, la nueva propuesta destruiría las líneas fluidas y el dinamismo del original de Hadid.
"Estoy seguro de que la oficina de Hadid estuvo involucrada, pero estoy seguro de que Zaha Hadid no está contenta con el resultado", agregó.
"Ya no es su diseño, es una especie de mala imitación de su original".
A pesar de que Hadid replanteó el estadio, su proyetco fue “cañoneado” por la flor y nata de la arquitectura japonesa. Primero fue Fumihiko Maki, a cuyas críticas se unieron arquitectos de la talla de Toyo Ito, Sou Fujimoto, Kengo Kuma y Riken Yamamoto, quienes se opusieron a la construcción del estadio de primera arquitecta en ganar el premio Pritzker.
Lo llamativo de esta historia es que uno de los jurados que le otorgaron el primer premio a Zaha fue Tadao Ando, quien dijo que el estadio tendría un "diseño dinámico y futurista que encarna los mensajes que a Japón le gustaría transmitir al resto del mundo".
La presión fue tal que el gobierno japonés canceló el proyecto. En su lugar fue elegido un diseño más económico y ecológico creado por Kengo Kuma.
Zaha Hadid
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