56 años del Museo Nacional de Antropología e Historia

En 2018, 2 596 725 visitantes recorrieron sus imponentes salas, que resguardan el patrimonio arqueológico de México. Lo que lo convierte en uno de los museo más visitados.

Inaugurado el 17 de septiembre de 1964, esta obra de Pedro Ramírez Vázquez, Jorge Campuzano y Rafael Mijares, es uno de los edificios referentes de la arquitectura mexicana, al nivel del Palacio de Bellas Artes y la Biblioteca Central de la UNAM, en Ciudad Universitaria.



(Vista del acceso -1)

Dentro de la producción de Ramírez Vázquez, un arquitecto que afrontó grandes retos a lo largo de su carrera, como la organización de los Juegos Olímpicos en 1968, el Museo Nacional de Antropología e Historia puede considerarse como su obra maestra.

Sin aspavientos formales, el museo es una sucesión de cajas alrededor de un patio, inspirado en el Cuadrángulo de la Monjas, en Uxmal. Con una superficie de 70 000 m2, el edificio se completó en apenas diecinueve meses. Para Ramírez Vázquez, la obra se rigió bajo el concepto de “Arquitectura de servicio”.


(Columna del paraguas -2)

“Por medio de la comprensión de las necesidades del ‘usuario visitante’ y el ‘usuario protagonista’ (las piezas exhibidas), se determinó necesario un juego armónico entre las áreas abiertas en salas y patios, el manejo de la luz, las dimensiones y el material de los muros”.

Con tres materiales básicos, mármol, aluminio y cristal, se creó un edificio de fácil funcionamiento, pensado para que los visitantes jamás perdiesen la orientación.



(Plano del corte longitudinal y transversal del MNA. En 1965, México participó en la Bienal Internacional de Arquitectura, celebrada en São Paulo, Brasil, con planos y fotografías del museo El jurado le otorgó la medalla de oro a Pedro Ramírez Vázquez por su magnífica realización.Fotografía. Archivo del arquitecto Pedro Ramírez Vázquez -3)


Ya desde la entrada, remetida ligeramente, transparente al 100% y rodeada de dos volúmenes ciegos, el museo se conecta con el bosque de Chapultepec mediante una plaza de acceso. En la entrada hay un gran aspecto resaltante que ven los visitantes y es el escudo nacional labrado en mármol blanco, obra del escultor José Chávez Morado.

Una vez dentro, se abre el gran vestíbulo con un promontorio revestido de mármol que representa la pirámide de Cuicuilco, pensado originalmente para exhibir la “pieza del mes”.


(Plano de la planta baja del Museo en donde se aprecia la armoniosa distribución y modulación general del espacio en ángulos de 90 grados.Fotografía. Archivo del arquitecto Pedro Ramírez Vázquez -3)

Desde aquí se entra a la biblioteca del museo, que cuenta con uno de los acervos más importantes de Antropología y Arqueología de México, así como un área académica que cuenta con un auditorio.

Luego se sale al patio, el espacio más importante, rodeado por las diversas salas que conforman el museo. Además de remitir a los espacios exteriores prehispánicos, el patio permite que los visitantes recorran libremente todo el espacio.

Como guinda del postre, un estanque hace referencia a la fundación de Tenochtitlán, una pequeña isla en el gran lago de Texcoco.





La vista desde el centro del patio permite a los visitantes entender cómo funciona el museo, ubicar las veintitrés salas que lo conforman, y apreciar los detalles que unifican el conjunto, como las celosías de aluminio, obra del escultor Manuel Felguérez, inspiradas en serpientes, el animal más importante para las culturas prehispánicas.

El gran detalle del patio es el “paraguas”, una impresionante estructura de acero recubierta de aluminio, sostenida por una sola columna y soportada por cables, que cubre una extensión de 4467,5 m2. Por sus dimensiones, 82,06 m por 54,42 m, es una de las cubiertas colgantes más grandes del mundo.

La columna está revestida en bronce por un relieve escultórico hecho por los hermanos Chávez Morado.





Además del trabajo museístico y arquitectónico, Ramírez Vázquez y su equipo fueron los responsables del traslado de las piezas que se encontraban en el antiguo museo de antropología en la calle de Moneda, así como de reunir las piezas que fueron traídas desde varios estados de la república, incluyendo el monolito que representa a Tláloc, que marca el inicio del recorrido en el museo.

A 56 años de su inauguración, la obra de Pedro Ramírez Vázquez nos hace reflexionar sobre el papel de la verdadera arquitectura, que no necesita de complejas formas para conservar su vitalidad.

Incluso se puede afirmar que el Museo Nacional de Antropología e Historia es una obra minimalista, que hizo, con muy pocos elementos (básicamente un gran rectángulo con un patio al centro), un sitio que resguarda la memoria de una nación.


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Créditos:
Texto y compilación por equipo de colaboradores de Buscador de Arquitectura
Con información de del Museo Nacional de Antropología e Historia.
Imágen principal Peel M., (2015, 18 Julio), Attribution-ShareAlike 4.0 International (CC BY-SA 4.0), Museo Nacional de Antropología - Wiki takes Antropología 134.jpg , Citado de bit.ly/32peqBp
1 -INAH, (2020, 21 Enero), Citado de bit.ly/2RnsCoa
2 -Young R., (2012, 18 noviembre), Attribution 2.0 Generic (CC BY 2.0), Museo Nacional de Antropología (El Paragua) (8263441535).jpg, Citado de bit.ly/2GV6boi
3 - INAH, (2020, 21 Enero), Citado de bit.ly/3mgFv1r

Pedro Ramírez Vázquez

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