José María Velasco: el arquitecto del aire
Cuando vemos la pintura de un paisaje irremediablemente pensamos en José María Velasco. ¿Quién fue este famoso pintor que retrató como nadie el paisaje mexicano?
José María Velasco nació en 1840 en el Estado de México. Muy joven se trasladó con su familia a la capital del país.
Gracias a que disponía de una sobresaliente disposición para el dibujo y el empleo de los colores, ingresó a la
Academia de San Carlos a los 18 años.
Ahí se inscribió en el taller del maestro Eugenio Landesio quien no tardó en descubrir sus cualidades para dedicarse al paisaje y, como buen maestro, lo guió para hacer de él un gran pintor.
Su carrera estuvo marcada por una férrea voluntad de superación. Como pintor de paisajes obtuvo grandes honores y, desde luego, envidias, incomprensiones e intrigas que pudo superar.
Sus primeras obras están relacionadasrelacionas con arquitectura y paisajes con rocas, que le atrajeron sobremanera.
Educado en la época del positivismo y probablemente al tanto de las teorías de Darwin, Velasco se dedicó también a ilustrar libros de biología, pintando con un gran nivel de detalle el cuerpo de decenas de seres pluricelulares.
Para Velasco, la
pintura no era ajena a la ciencia. Podría decirse que fue un pintor científico.
Años después advirtió la belleza del Valle de México con la presencia de los grandes volcanes de cumbres nevadas y en ellos enfocó gran parte de su labor creativa.
En 1889, Velasco fue invitado como delegado oficial del gobierno mexicano, a la
Exposición Internacional de París, donde se le honró con la condecoración de
Caballero de la Legión de Honor.
Al final de su existencia, en 1912, recibió a la muerte con la confianza de haber cumplido con la meta que había trazado para su vida.
En la historia del arte de México del siglo XIX, José María Velasco ocupa un lugar sobresaliente. Ningún otro artista contemporáneo produjo una obra semejante en cuanto a importancia, originalidad y número.
Cierto: él se concretó a la pintura de paisaje , pero lo hizo con una entrega admirable, que le permitió realizar cuadros que no encuentran equivalencia en el arte académico de su tiempo.
A manera de homenaje, el título de este artículo fue tomado de un interesante texto de Adolfo Castañón aparecido en
Letras Libres
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