El polémico rascacielos diseñado por arquitecto uruguayo en NY
Con un pent-house vendido en 95 millones de dólares, el que fuera el edificio residencial más alto del continente americano, generó controversias debido a los edificios históricos destruidos para su edificación.
La gentrificación es un proceso impulsado por políticas urbanas que bajo la idea de renovar sectores de las ciudades mediante la construcción de nuevos edificios, termina convirtiéndose en un sistema de expulsión debido al encarecimiento del suelo y de los servicios.
Nueva York no es la excepción.
En el 432 de Park Avenue se levanta un rascacielos de 425.5 metros (1,396 pies) de alto, diseñado por el estudio del reconocido arquitecto uruguayo
Rafael Viñoly.
El edificio proyecta una sombra sobre
Central Park y las elegantes tiendas de
Madison Avenue.
Es casi igual de alto que el Empire State (443 metros contando su antena) aunque muy por debajo del One World Trade Center y sus 541.30 metros.
El edificio es un volumen delgado y liviano, perteneciente a la nueva tendencia de rascacielos ultra-delgados, construidos gracias al desarrollo de concretos más resistentes y ligeros a la vez. La torre posee un coeficiente de esbeltez de 1:15.
El edificio se divide en 3: en los pisos de la parte media y superior del edificio se ubican las residencias; en el basamento están los espacios de uso común.
El 432 de Park Avenue cuenta con otros 2 volúmenes adyacentes, con espacios comerciales y de oficinas orientados a la calle East 57th Street.
El grupo inmobiliario CIM, con sede en Los Ángeles, vendió uno de los pent-houses más caros de la historia, 95 millones de dólares, y logró vender el 50% de los apartamentos más baratos, desde 17 millones, mucho antes de su inauguración en diciembre de 2015.
La vista, publicitada como la que se tiene desde un helicóptero, va desde el Océano Atlántico hasta Connecticut y, por supuesto, incluye Central Park y otras zonas icónicas de Nueva York.
Este nuevo miembro de la célebre silueta de rascacielos de Manhattan atrajo una nube de controversias.
La joya de 432 Park Avenue no es el único rascacielos de lujo que ha sido construido o que está en proceso en Manhattan, cuyo paisaje arquitectónico está cambiando para siempre, en una dinámica que empezó con el impulso del multimillonario ex-alcalde Michael Bloomberg, que gobernó la ciudad doce años hasta fines de 2013.
"Estos proyectos atraen a un conjunto de compradores muy específicos y ese grupo ha demostrado ser muy agresivo y muy competitivo", dijo Robert Knakal, uno de los más importantes agentes inmobiliarios de Nueva York y presidente de Massey Knakal Realty Services.
"Barcos fantasmas".
Sin embargo, no todo el mundo está feliz.
La construcción de esta torre alteró la vida de quienes vivían cerca de ella.
Un editorial del
New York Observer se quejaba de la "infernal experiencia", “las explosiones de dinamita" y "el ruido incesante" sufridos por los residentes y oficinas de los edificios lindantes con esta clase de megaproyectos en desarrollo.
Quienes se oponen, afirman que las regulaciones de la ciudad no establecen un proceso de revisión pública. En el centro de Manhattan se está demoliendo edificios históricos y los millonarios se están quedando con todo.
“Es muy polémico. Nunca antes vimos algo como esto”, afirmó Alex Herrera, director de servicios técnicos de la Organización de Conservación de Sitios Históricos de Nueva York.
El Drake Hotel, construido en los años 20 y donde se alojaron Frank Sinatra, Muhammed Ali, Judy Garland y Jimi Hendrix, fue demolido para hacer lugar al proyecto de 432 Park Avenue.
Herrera llama a estas supertorres "barcos fantasmas", adquiridas como inversión por multimillonarios internacionales que solo las utilizan un par de semanas al año, y tan altas que dejan en sombras a Central Park.
Y la carrera continúa: ahora, 432 Park Avenue fue eclipsado por West 57th Street, a metros del emblemático parque del corazón de Manhattan, obra de Adrian Smith + Gordon Hill.
Los reconocidos fabricantes de pianos Steinway and Sons se mudarán de esa calle el año próximo tras haber vendido su tienda abierta desde 1935, donde ensayaba Rachmaninoff, al grupo constructor inmobiliario JDS por 46 millones de dólares.
“Esto está cambiando nuestro paisaje urbano y ciertamente modifica el carácter de la calle 57, que solía ser muy pintoresca con sus galerías de arte y tiendas de piano. Ahora es una calle de multimillonarios que en realidad no viven ahí", señaló Herrera.
Gasolina para la economía local.
En 2014, los neoyorquinos eligieron al demócrata Bill de Blasio como alcalde para reemplazar a Bloomberg y estrechar la creciente brecha entre ricos y pobres en la ciudad.
De Blasio lanzó un ambicioso plan de viviendas con precios accesibles en momentos en que los profesionales de la clase media abandonan Manhattan y un 21% de los residentes de la ciudad viven en la pobreza.
Para Robert Knakal, hay un equilibrio de gastos que la comisión de planificación urbana de la ciudad debe tener en cuenta, destacando el “excelente trabajo de zonificación” llevado adelante.
Si bien los multimillonarios no viven todo el año en la ciudad, pagan impuestos a la propiedad y no utilizan los servicios públicos, precisa Knakal.
“La gente que vive en esos departamentos gasta probablemente más dinero e inyecta más dólares en la economía local que la media de los neoyorquinos en todo el año”, insistió.
Políticas urbanas como estas basan su supuesto éxito en el dinero que se gana por impuestos como el predial o la creación de empleos, pero dejan de lado que las ciudades son áreas de convivencia donde deben interactuar todas las clases sociales.
La gentrificación contribuye a la polarización social, al expulsar a miles de personas de sus barrios para llevarlas a las periferias, a zonas que carecen de los servicios básicos.
Si esto pasa en Nueva York, imagínate en otras ciudades.
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